El Mercado de Nervión echa el cierre después de 70 años: “Y ahora, ¿a dónde voy yo a comprar?”

La clausura tendrá lugar este sábado, 14 de junio, debido a la falta de relevo generacional y a la competencia con las grandes superficies

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El placero Juanma Rodríguez atiende su negocio.
El placero Juanma Rodríguez atiende su negocio. / GABRIEL HINOJOSA

"Los mercados son puntos de encuentros sobre los que desde hace miles de años pivotan nuestras relaciones humanas", narraba el sevillano Malacara en un emotivo vídeo que anunciaba un cierre emblemático: el del Mercado de Nervión tras más de 70 años de andadura. El adiós -otro más- a las raíces más profundas de los barrios, a los lugares que dan vida a miles de vecinos y que confieren, en definitiva, una identidad propia a las ciudades. Urbes cada vez más parecidas, entre negocios de alimentación express y franquicias. La clausura de este espacio de titularidad privada -que cuenta con cuatro puestos abiertos- tendrá lugar en apenas dos días, el sábado 14 de junio, después de arrastrar más de dos años de negociaciones. Los motivos son los mismos de siempre: la competencia cada vez más fuerte con las grandes superficie y la falta de relevo generacional.

"¿Y ahora a dónde voy yo a comprar?", pregunta una vecina junto a su carrito de la compra en el puesto de frutas de Juanma Rodríguez. Indica que el que queda más cerca es el de Las Palmeritas, pero sigue estando lejos para ir caminando desde Marqués de Pickman. El tendero no quiere que el enfoque de esta clausura sea negativo, mucho menos desalentador. Indica con una sonrisa que "son etapas que se terminan".

Sí que pone en valor el papel que juegan las plazas de abastos. Lugares donde adquirir productos de temporada, de calidad y al mejor precio. Pero también enclaves donde los compradores son algo más que eso. Las relaciones que se forjan traspasan la mera transacción y caben conversaciones donde preguntar por familiares enfermos y por la selectividad de los futuros universitarios. Prueba de ello es el cartel que Rodríguez tiene pegado en una de sus paredes y que reza: "En la tienda de la esquina eres alguien con rostro y nombre. En las grandes superficies eres un bulto sospechoso".

"El 90% de lo que se hace aquí es terapia"

"El valor añadido de las tiendas de barrio es que conocemos a los clientes y les preguntamos. El 90% de lo que se hace aquí es terapia", apunta el vendedor. Con orgullo, en otra de las paredes señala una cronología gráfica de la apertura del Mercado de Nervión. Varias instantáneas dan cuenta del paso del tiempo y de la transformación del propio barrio. "La primera fotografía es de la inauguración en 1954, el único año que ha nevado en Sevilla", comenta con una sonrisa. Sobre los motivos del cierre apunta que "son negocios que implican levantarte a las 3 de la mañana para ir a Mercasevilla y, claro, nuestros hijos no quieren seguir".

Entrada principal al Mercado de Nervión.
Entrada principal al Mercado de Nervión. / GABRIEL HINOJOSA

En sus mejores momentos, la plaza contó con 23 puestos abiertos entre carnicerías, pescaderías, fruterías y negocios de comidas caseras. La estampa ahora es desoladora. Dos pasillos con persianas cerradas. De algunos negocios cuelga el cartel de Se Vende y en otros, directamente, el de Cerrado por vacaciones (obligatorias). La imagen es más desesperanzadora todavía si se suman los transportistas que, poco a poco, van llevándose aparatos y maquinaria.

El Mercado de Nervión data de 1954, pero fue declarado en ruinas a finales de los 90. Los propios comerciantes, propietarios del edificio gracias a la donación que les hizo el marqués de Nervión, fueron los que pagaron todas las obras de remodelación. Las obras duraron seis años, tiempo que los placeros permanecieron en un edificio provisional en la Ronda del Tamarguillo hasta que en la primavera de 2007 el nuevo mercado abrió sus puertas con un aire remozado.

"Lo llevamos como podemos"

Lo cierto es que el cierre -anunciado este mismo lunes- ha provocado que muchos vecinos se acerquen para ofrecer palabras de apoyo a los trabajadores, preguntarles cuáles serán sus próximos destinos y desearles mucha suerte. Una muestra viva de esta oleada de cariño se respira en la pescadería Miguel Lama, donde atienden Miguel y María José. Intentando sortear el pesar con bromas explican que "todo ha sido muy apresurado". Sí que aclaran que esta situación no es nueva y que arrastran más de dos años de negociaciones hasta llegar a una situación límite. "Cuesta empezar de nuevo, porque el relevo de generaciones no existe en este oficio", explica Miguel mientras mira el resto de puestos cerrados: "En dos años se han ido jubilando todos poco a poco" y no se ha encontrado reemplazo. "Lo llevamos como podemos", dice con pesar.

María José y Miguel atienden la pescadería Miguel Lama.
María José y Miguel atienden la pescadería Miguel Lama. / GABRIEL HINOJOSA

La semana que viene entrarán las máquinas en el edificio para dejar todo listo para la entrada de una gran cadena de supermercados. El hasta siempre de un símbolo del barrio de Nervión que luchó contra y viento y marea. La eterna batalla de David contra Goliat.

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