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Nacimientos en Sevilla

La natalidad cae a mínimos históricos

  • En 2017 nacieron en Sevilla poco más de 17.800 niños, la cifra más baja desde que existen registros

  • La disminución de mujeres en edad de procrear y la inmigración son las principales causa

Descenso de la natalidad

Descenso de la natalidad / Rosell

La natalidad desciende de nuevo por décimo año consecutivo y llega a mínimos históricos. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en 2017 nacieron en la provincia de Sevilla un total de 17.819 niños (6.109 de ellos en la capital), más de un 6% menos que en 2016. Es la cifra más baja desde que existen registros.

"En las últimas semanas, y a consecuencia de los datos ofrecidos por el INE sobre el número de nacimientos y defunciones, se ha desatado una especie de alarma, dando casi la impresión de que nos dirigimos a una especie de catástrofe demográfica de la que parece difícilmente que se pueda salir”, indica Carolina del Valle, profesora titular del departamento de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla. “Lo cierto es que, desde el punto de vista de la natalidad, la provincia, y nuestro país en general, viene registrando una tendencia descendiente desde mediados de los años 70 del pasado siglo”.

En 1977, nacieron en la provincia 31.405 bebés, un 76% más que en 2017, cuarenta años después. Desde la década de los 70, las estadísticas reflejan un descenso continuado de los datos o leves periodos de estabilidad en los primeros años de la década de los 90. A partir de 1998, esta tendencia cambió radicalmente gracias a la inmigración, principalmente, pasando de los 18.243 nacimientos en 1998 a 25.193 en 2008, fecha a partir de la cual la tendencia volvió a cambiar y empezó a caer de nuevo coincidiendo con al crisis económica.

A pesar del brusco descenso de los últimos años, Sevilla no es de las peores provincias del país, al contrario. Según explica la profesora Carolina del Valle, Sevilla es la segunda provincia andaluza con la tasa de natalidad más alta (9,16 nacimientos por cada mil habitante). "Sólo es superada por Almería, cuyo valor es de 10,74 nacimientos por cada mil habitantes, consecuencia clara del número de población inmigrante que tiene. Con respecto al resto de España, Sevilla ocupa el quinto lugar, por detrás Almería, Murcia, Gerona y Madrid".

Sevilla es la quinta provincia con la tasa bruta de natalidad más alta de España

"Andalucía siempre ha sido una de las comunidades autónomas más natalistas de España", indica Del Valle, y aunque ha pasado de tener una tasa bruta de natalidad de 20,07 nacimientos por cada mil habitantes en 1975 a 8,85 en 2017, Andalucía ocupa el quinto lugar en el ranking de las comunidades con mejor tasa de natalidad, por detrás de Madrid, Murcia, Cataluña, Navarra e Islas Baleares.

Dentro de la provincia, también existen diferencias territoriales. Los valores más altos se registran en municipios metropolitanos, "que han recibido población joven en los últimos años atraídos por el crecimiento urbanístico del periodo anterior a la crisis", indica la profesora de la Hispalense. Destaca la zona del Aljarafe (Albaida, La Algaba, Benacazón, Bollullos de la Mitación, Bormujos, Espartinas y Dos Hermanas, con valores por encima de 11 por mil habitantes) y de la Vega de Sevilla (Alcalá del Río, Brenes, Alcolea y Cantillana).

En el lado opuesto, con los valores más bajos, se sitúan las comarcas serranas, tanto del Norte de la provincia como del Sur. "Cazalla de la Sierra, Constantina, El Pedroso, Almadén de la Plata, Badolatosa o Lora de Estepa, son algunos de los municipios cuyas tasas brutas de natalidad ni siquiera superan el valor de 5 nacimientos por mil habitantes. Se trata de municipios muy envejecidos, con crecimientos naturales negativos, y que no generan grandes expectativas laborales como para que se conviertan en foco de atracción de población desde otros municipios. En estos casos, la diversificación económica, pero sobre todo el fomento de medidas sociales orientadas a la conciliación familiar, pueden ayudar a paliar el descenso de la natalidad", añade Del Valle.

Otros datos que también han variado en los últimos 40 años son la edad de las madres y su estado civil. En 1977, la mayoría de las mujeres sevillanas tenían en el momento del nacimiento de sus hijos entre 23 y 26 años. Diez años después, la media estaba entre los 25 y 27 años y ésta no ha dejado de subir.En 1997, la mayoría de las mujeres tenían entre 29 y 32 años; en 2007, entre 30 y 34 años; y en 2017, entre 33 y 36 años. La media de edad de las madres ha subido diez años en cuatro décadas.

En cuanto al estado civil, la mayoría de las madres están casadas, pero el porcentaje de las no casadas aumenta a gran ritmo. En 1977, sólo el 1,5% de las madres que tuvieron un hijo ese año no estaban casadas. Diez años después, el porcentaje ya era del 6,6% y, en la actualidad, las madres no casadas representan el 47% del total.

Entre las causas de la caída de la natalidad, la experta en Geografía Humana Carolina del Valle destaca como una de las más importantes la disminución del número de mujeres en edad de procrear. "Ya han empezado a entrar en las edades de ser madre (edad fecunda) generaciones cada vez más reducidas en número, que pertenecen a las cohortes nacidas después del baby boom, es decir, hay una reducción en el número de mujeres que conforman las generaciones pertenecientes al periodo en el que se produce la maternidad", comenta.

Otra de las variables que influye es la inmigración. "En una situación de regresión o crisis económica como la que ha pasado España, no sólo ha disminuido el número de mujeres extranjeras que han llegado a nuestro país, sino que además a ello se le ha unido el regreso de un número importante de ellas a su país de origen. Además, a esto se suma la pérdida de población joven como consecuencia de su emigración a países que ofrecen más posibilidades laborales, aunque en este sentido se prevé un regreso de buena parte de los que han salido en cuanto la situación económica y laboral del país se estabilice totalmente", comenta la docente de la Universidad de Sevilla.

La edad media de las madres se sitúa entre los 33 y los 36 años, diez más que en 1977

Carolina del Valle destaca como tercera causa una serie de factores más relacionados con la actitud que con las estructuras demográficas, como el poder adquirido por la pareja para decidir cuántos hijos quiere tener, la búsqueda del desarrollo profesional y personal de las mujeres o la toma de conciencia generalizada del coste que supone tener un hijo, entre otros aspectos. "Estas cuestiones vienen apoyadas por la existencia de situaciones de desempleo y precariedad laboral, que afectan en mayor medida a las mujeres. Sin embargo, éstas últimas causas lo que han hecho es acentuar un descenso de los niveles de fecundidad, que unido al resto de factores ya comentados, son los responsables del descenso del número de nacimientos. Ya no es necesario tener 4 ó 5 hijos para asegurar la supervivencia, puesto que el aumento de la esperanza de vida al nacer y la escasa mortalidad infantil que tiene nuestro país, también ha influido en que se reduzca el número de hijos por mujer", comenta Del Valle.

Expertos aseguran que la natalidad seguirá bajando en los próximos años, ya que el número de mujeres en edad de ser madres no va a aumentar, las generaciones que vienen cada vez son menos numerosas. Para que la situación mejore, sería necesario que hubiese un incremento de la fecundidad, es decir, un aumento del número medio de hijos por mujer. "Si en los próximos años conseguimos restaurar la situación socioeconómica y laboral anterior a la crisis, puede ser que se reactiven algunos mecanismos que fomenten de nuevo los procesos migratorios que aportaban efectivos a las cohortes fecundas, además de que muchas parejas incluyan la fecundidad en su proyecto de vida. Esto, unido al desarrollo de medidas que favorezcan la conciliación familiar, podrían incrementar los bajos niveles que tenemos en la actualidad”, indica Carolina del Valle.

La clave para muchos expertos en la materia no está en promover ayudas económicas directas al nacimiento, que han demostrado que no sirven de mucho, sino desarrollar medidas de carácter laboral, social y familiar orientadas principalmente a la conciliación familiar y al apoyo en el mantenimiento y cuidado de los hijos desde una perspectiva de la igualdad de género. "Esto permitirá que los hijos dejen de ser considerados una carga social y que las mujeres no se vean obligadas a tener que elegir entre su desarrollo profesional o su voluntad de ser madre y con la libertad de poder decidir cuántos hijos quiere tener y cuándo", concluye Carolina Del Valle.

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