Regreso a Ítaca por Mondoñedo y por Sicilia
Calle Rioja
El Ulises al que dio vida Kirk Douglas está en la biografía de Cunqueiro escrita por Rivero Taravillo y en la película ‘Cinema Paradiso’ que cerró el ciclo de clásicos inmortales del cine Cervantes en 2025
La herida que le hizo un jabalí cuando fue al Parnaso. Es la prueba que aporta Odiseo para demostrar que realmente es quien es después de haber dado muerte a todos los pretendientes de Penélope. Este 2025 ha sido el año de los Ulises. Estuve en el tanatorio Nervión en la despedida de Antonio Rivero Taravillo antes de emprender con mi hijo un viaje a mi Ítaca particular, Puertollano, donde visitamos mis dos hogares familiares y vimos al Calvo Sotelo derrotar al Manchego en el derbi de los derbis.
Empecé a leer la biografía de Álvaro Cunqueiro, ‘Sueño y leyenda’ (Renacimiento) como un tributo a su autor, al amigo Antonio Rivero Taravillo. Tenían razón Juan Lamillar y Miguel Polaino-Orts cuando en su presentación del libro en la Academia de Buenas Letras decían que Antonio demostraba de forma fehaciente que la principal fábula de Cunqueiro como fabulador insuperable era él mismo.
Toda biografía tiene detrás un pulso autobiográfico y en la de Cunqueiro está el Antonio aficionado al universo bretón, céltico, artúrico que comparte con el escritor mindoniense. No pesaba los 103 kilos del de Mondoñedo, que no se privaba del buen yantar, teniendo en la gastronomía una de sus veleidades literarias, hasta el punto de que en una entrevista llegaba a decir que no tenía a la salsa de mayonesa en menos que a la catedral de León.
Son 578 páginas además del álbum fotográfico, pero doy fe de que se lee con la ligereza de una tarde de lluvia con las cortinas medio echadas. Estamos en el Cunqueiro de mediados de los años cincuenta, el de ‘Merlín y Familia’ y ‘Las crónicas del sochantre’ (del que Antonio encuentra paralelismos con ‘Pedro Páramo’ de Juan Rulfo y con la película ‘La diligencia’ de John Ford), antes de que le encomienden la dirección del ‘Faro de Vigo’. En febrero de 1955 mostró su decepción por la película ‘Ulises’, siete décadas antes de que la estrene en el cine Christopher Nolan. Y en febrero de 1956 será quien presente esa misma película protagonizada por Kirk Douglas (Ulises) y Silvana Mangano (Penélope) en la Asociación de la Prensa de La Coruña. En 1960 Cunqueiro publicará su novela ‘Las mocedades de Ulises’.
El 16 de junio del año que termina empecé a leer la ‘Odisea’ de Homero en la edición de Cátedra. Elegí esa fecha por coincidir con el bloomsday en el que tantas veces coincidí con Rivero Taravillo en las lecturas del ‘Ulises’ de Joyce en la Casa de la Provincia y en las libaciones de Flaherty. Era el día en el que transcurría la epopeya cotidiana por las calles de Dublín de Leopold Bloom, ese héroe al que llamaba calzonazos en su introducción Francisco García Tortosa, que hubiera disfrutado una barbaridad con este espléndido trabajo de su amigo Rivero Taravillo.
Como el dios de los griegos también escribe con renglones torcidos, bamboleado por los vaivenes de Poseidón y las trampas de las islas Cícladas, la tarde del viernes 26, festividad de san Esteban, aniversario de terrible tsunami del Sudeste Asiático, nos encontramos de nuevo con la sombra del Ulises. No el posmoderno al que dará vida Matt Damon en la película de Nolan, sino con el Kirk Douglas que también fue Espartaco y vikingo. Los viernes finales de mes, el cine Cervantes programa una película de cine clásico. El último viernes de 2025 tocaba ‘Cinema Paradiso’, de Giuseppe Tornatore. El cineasta siciliano nació en 1956, el año que Cunqueiro presenta el ‘Ulises’ dirigido por Mario Camerini y Mario Bava y producido por Carlo Ponti y Dino de Laurentis en la Asociación de la Prensa de la Coruña.
‘Cinema Paradiso’ cuenta el regreso a Ítaca de Totó. La vuelta a su pueblo siciliano, Giancaldo, para asistir a la muerte de Alfredo, el hombre que le enseñó a manejar la maquinaria del cine, que era lo más parecido al arte de la navegación. Aparecen carteles de ‘Casablanca’, fotogramas de Buster Keaton y Charlot, frases de John Wayne, pero el momento culminante de esta sesión de metacine, epitafio a la muerte de una manera de disfrutar las películas, son las imágenes del ‘Ulises’ de 1956. Penélope se ha esfumado y la metáfora está en la madeja de la madre del protagonista, que se ha pasado treinta años esperando su vuelta.
Es maravilloso que una misma película en el mismo día aparezca en las páginas de un libro y en una sala de cine. Justo el año en el que quien firma estas líneas pagara gustosamente la penitencia por haberme leído dos veces el ‘Ulises’ de Joyce antes de hacerlo con la Odisea de Homero. Es como descubrir a DiStéfano en la Play o a Beethoven en una canción de Los Manolos.
La biografía de Cunqueiro escrita por Antonio Rivero Taravillo debería figurar en la bibliografía de los actos conmemorativos de la generación del 27. Ganó el premio Comillas de este género literario con la que escribió de Luis Cernuda, que aparece en estas páginas. Evaristo Correa Calderón, lucense, hermano de una chica que fue uno de los primeros amores de Cunqueiro, fue lector de español en la Universidad de Toulouse el curso 1927-28, el anterior a que lo fuera Cernuda. Cunqueiro conoció a Lorca en Lugo, pero no coincidió con Cernuda cuando éste visitó Santiago de Compostela con las Misiones Pedagógicas “en 1932 o 1933”. Cunqueiro se adelantó en un año a Cernuda como traductor de Hölderlin. El gallego en 1934 en la revista ‘Nós’; el sevillano, en 1935, en ‘Cruz y Raya’, la que dirigía Bergamín.
Rivero Taravillo da cuenta de visitas a Galicia de Gerardo Diego, de una revista de Pontevedra con el mismo nombre, ‘Litoral’, como la que fundan en Málaga los poetas Manuel Altolaguirre y Emilio Prados. Y dos décadas antes del Nobel de 1977, muestra sus dotes de profeta. En una entrevista el 18 de junio de 1956 en La Hoja del Lunes de La Coruña, después de despacharse a gusto con el panorama literario, “hay muy poco bueno”, ¿razones?, “Falta de crítica. Aburrimiento”, el periodista (Jorge Víctor Sueiro) le pregunta “¿Salvas a algún poeta?”. “A Vicente Aleixandre”. Nobel de Literatura en 1977. A Cela se lo darán doce años más tarde, en 1989. Han pasado ocho años de la muerte de Cunqueiro, que muere cinco días después del 23-F. Un año después del 28-F. Gallegos, levantaos.
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