El sacrificio de un millar de cotorras
La empresa encargada de erradicar esta especie invasora en el Parque de María Luisa debe llegar a esa cifra antes de noviembre
La empresa que se hizo con el contrato para acabar con la expansión por la ciudad de las ruidosas cotorras de Kramer y argentina cuenta con un objetivo claro: sacrificar al menos un millar de estas aves exóticas antes de noviembre. El método elegido es el disparo con carabina de aire comprimido con mira telescópica. Las zonas prioritarias son el Parque de María Luisa y el Monasterio de la Cartuja.
El servicio para el control de ambas aves -incluidas en el catálogo español de especies invasoras y potenciales transmisoras de enfermedades infectocontagiosas respiratorias transmisibles al hombre- se justifica por las dificultades que genera su presencia. En el caso de la cotorra Kramer, tiene un impacto negativo sobre la salud y el bienestar humano. Su frecuente presencia en ciudades plantea una amenaza para la salud pública, ya que puede transmitir enfermedades como la psitacosis (zoonosis) aviar de gran prevalencia en aves psitácidas; el deterioro del patrimonio histórico, artístico y mobiliario urbano; y molestias por ruidos y posibilidad de comportamiento agresivo con los seres humanos. Sobre el hábitat, genera alteraciones en la estructura de la vegetación de las especies de las que se alimenta.
Los impactos negativos producidos por la cotorra argentina también son variados. Sobre la salud de las personas, ya que es un transmisor de la psitacosis. El peso de las colonias puede provocar la rotura de grandes ramas e incluso del fuste del árbol en que anidan con el consiguiente peligro para los usuarios de vías públicas. En el medio urbano, problemas por ruido asociados a la proximidad de los nidos. Al hábitat afecta en el deterioro del patrimonio histórico artístico y mobiliario urbano, y provoca alteraciones y daños en la estructura de la vegetación de las especies de las que se alimenta o en las que instala sus nidos.
En el caso de las ciudades españolas invadidas por las cotorras (Barcelona, Madrid, Valencia o Zaragoza) que han abordado o puesto en marcha experiencias de lucha y control, se han experimentado varios métodos. Salvo en el caso del uso del disparo con carabina de pequeño calibre (aire comprimido) aplicado en Zaragoza y Leganés desde 2015 y en la que se ha reducido la población de cotorra argentina hasta en un 99%, los restantes métodos se han demostrado ineficaces en la erradicación y poco eficaces en el control, y algunos de ellos con efectos secundarios negativos que empeoran la situación inicial.
El modus operandi elegido para su sacrificio es el disparo con carabina de aire comprimido (calibre 4,5 ó 5,5) con trípode y mira telescópica realizada por tirador experto. Las localizaciones para efectuar los disparos serán los parques y zonas arboladas que serán acordonadas y cerradas temporalmente al paso de visitantes. En el caso de que la empresa no capture al menos mil cotorras, sólo se le pagará por el número efectivo de aves sacrificadas.
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