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La Macarena

El Señor de la Sentencia no camina solo en su vía crucis

  • Miles de devotos acompañan al titular de la Hermandad de la Macarena por las calles de su barrio

Vía crucis multitudinario del Señor de la Sentencia en la Macarena / PABLO LASTRUCCI

El Señor de la Sentencia junto a la muralla. El Señor de la Sentencia junto a la muralla.

El Señor de la Sentencia junto a la muralla. / J. A. García

La noche cayó en la Macarena al ritmo pausado que marcó la salida del Señor de la Sentencia. Los cirios del cortejo ayudaron a las farolas de la renovada y renombrada plaza Esperanza Macarena a iluminar el inicio del vía crucis. La talla de Felipe Morales de mitad del siglo XVII dejó por unas horas sola a la Virgen de la Esperanza, pero al Señor de la Sentencia no lo dejaron ni un momento solo en su camino. Miles de devotos llenaron las calles cercanas a la basílica para acompañarlo y, de paso, atraer las miradas de los coches que circulaban por la Resolana con las luces ya encendidas o de las mujeres que iban a la manifestación del Día Internacional de la Mujer. El otro acontecimiento multitudinario que tuvo lugar en Sevilla.

El primer viernes de esta cuaresma tuvo su epicentro en la Macarena. Y su hipocentro en el paso, que estrenó unos faldones donados por hermanos y devotos de la corporación de la Madrugada. David Calleja es el autor de su diseño y Charo Bernardino de sus bordados. Un manto de claveles color sangre y margaritas Dante en ese mismo color sirvieron de suelo para los pies desnudos del Señor, que vistió una túnica diseñada por Joaquín Castilla y bordada por Ángela Navarro en 1960. Popularmente se la conoce como la túnica de Juanita Reina.

El sonido de este vía crucis fue el silencio progresivo de las conversaciones del público conforme la Escolanía Esperanza Macarena y la Coral Polifónica, que debutaron ante las andas, se acercaban tras el último tramo del cortejo: cincuenta parejas con los hermanos macarenos de mayor antigüedad. La música, los veteranos, los ciriales, el incienso y el paso. Móviles en las manos levantadas y muchas lágrimas cayendo sólo con el Señor pasando solo. Sin lectura de sentencia, sin trono de Poncio Pilatos  y sin plumas de los armaos. "No va sólo porque nosotros vamos con él", respondió una anciana que hacía también vía crucis tras las andas macarenas.

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