Terremoto | La realidad tras la catástrofe en Marruecos

"Queda mucha gente viviendo en tiendas de campaña en condiciones de extrema precariedad"

Trabajo de los rescatistas sevillanos en el epicentro del terremoto de Marruecos.

"Al ver aquello tuve claro que si había alguien debajo estaba ya en el otro mundo". Es el desgarrador testimonio de Juan Hidalgo, el sevillano que dirigió durante cuatro días la unidad canina de rescate International School k9, de apoyo a la misión de la Fundación Samu, que se convirtió hace justo una semana en el primer grupo de ayuda internacional que pudo llegar al epicentro del terremoto en Marruecos. "No eran escombros, era tierra. Allí estaba todo enterrado, como si la tierra de la montaña junto a la que estaban las casas lo hubiera tapado todo. Era imposible que de allí saliera alguien con vida", detalla. "Costaba imaginar que allí antes hubieran vivido decenas o centenares de familias. La posibilidad de vida se reducía a la nada", añade su compañero Juan Miguel Paisano, que, junto al guía canino, Antonio Miranda, completan el equipo.

La región de Marrakech sigue intentando levantarse una semana después del movimiento sísmico de mayor magnitud vivido a lo largo de su historia y que ha dejado viviendas de adobe colapsadas y aldeas enteras desaparecidas. Según el balance de las autoridades marroquíes, el terremoto que sorprendió de noche, el viernes 8 de septiembre, deja hasta el momento 2.950 personas fallecidas y más de 5.600 heridos. Los principales daños se han localizado en las zonas rurales, de difícil acceso, donde los propios lugareños se ocuparon del rescate de sus vecinos ante la falta de ayuda. Hay zonas en las que no ha quedado ni una casa en pie. Aldeas enteras convertidas en escombros. "Los supervivientes sueñan con reconstruir sus casas alojados en tiendas de campaña en condiciones muy precarias", apuntan los efectivos de la misión sanitaria del Samu. 

Viviendas convertidas en escombros en una de las zonas en las que actuó el Samu. Viviendas convertidas en escombros en una de las zonas en las que actuó el Samu.

Viviendas convertidas en escombros en una de las zonas en las que actuó el Samu. / J. M. Paisano

Ya de vuelta y con algo de descanso mediante, toca hacer balance. Para los rescatistas sevillanos las vivencias se organizan entre corazón y cabeza. Paisano destaca la ayuda que les ofrecían unos lugareños que lo han perdido todo, el silencio y la oscuridad de la devastación. "Todo eran agradecimientos. Te daban lo que tenían y algunos no tenían nada. Les llegaba ayuda y ellos nos la ofrecían a nosotros en señal de gratitud a lo que estábamos haciendo. Que en esas condiciones te digan que eres la única ayuda que han recibido en tres días en los que ninguna autoridad de su país se ha interesado por ellos, irremediablemente te marca", relata emocionado.

Contrasta, no obstante, con la impotencia que transmiten cuando hablan sobre el trato recibido por las autoridades marroquíes y de las horas que perdieron hasta llegar al epicentro de la catástrofe pese a la rapidez con la actuaron, junto a la Fundación Samu, para organizar el dispositivo de ayuda. "La sensación era como no querían que se conociera la magnitud o no magnitud de lo que estaban viviendo", indica Juan Hidalgo.

Según detallan, la odisea empezó nada más entrar al país cuando fueron, literalmente, "bloqueados"  por un Gobierno que se negaba a la ayuda internacional. "Nos pararon en la frontera de Tánger y nos indicaron que teníamos que volver a Aduanas. Era una una situación muy extraña porque nos hemos encontrado con muchas trabas por las autoridades, no hemos tenido apoyo y hemos estado solos en todo momento. No nos daban información referente a las necesidades que había. Era como que ocultaban la realidad. Sólo queríamos ayudar y no nos daban la opción. Era un querer y no poder", sostiene Paisano. 

Rescatistas junto a los lugareños. Rescatistas junto a los lugareños.

Rescatistas junto a los lugareños. / J. M. Paisano

Superadas esas complicaciones, finalmente las autoridades aceptaron su ayuda y su destino fue la aldea de Adassil, a unos diez kilómetros del epicentro del terremoto, donde se estableció su base de operaciones. Cuenta Juan Hidalgo que lo que vio al llegar le hizo pensar que había ido hasta allí "engañado". "Veíamos que había muchos afectados por lo que había ocurrido, pero no veíamos realmente qué había ocurrido. En nuestra primera toma de contacto sobre el terreno estuvimos en pueblos en las que de 80 ó 90 casas podía haber afectadas diez como máximo. Nos llegamos a preguntar si era real eso que nos estábamos encontrando porque era muy diferente a lo que a es de viajar habíamos visto en las noticias", relata.

Pero estaban allí para ayudar, para localizar posibles supervivientes, y no cejaron en su empeño. Guiados por las autoridades locales, el grupo realizó un recorrido por varios pueblos aledaños para así poder ampliar su radio de actuación. A medida que se dirigieron a la zona del Atlas, el panorama fue cambiando. Estuvieron en Talat, en Ananrou y Arneni, donde fueron los primeros rescatistas en llegar. La escena que se encontraron fue de una "devastación total". Paisano tiene todavía que coger aire antes de entrar en detalles. "Hay pueblos enteros que han quedado reducidos a una escombrera. No ha quedado nadie con vida. Al ser construcciones hechas con un material arcilloso, con adobe, sin apenas cimientos, cayeron como si fuera tierra. El hueco de vida que te puede dar una vivienda con una construcción en condiciones allí era inexistente. Las casas cayeron literalmente sobre sus inquilinos", recalca emocionado.

Viviendas convertidas en escombros en una de las zonas en las que actuó el Samu. Viviendas convertidas en escombros en una de las zonas en las que actuó el Samu.

Viviendas convertidas en escombros en una de las zonas en las que actuó el Samu. / J. M. Paisano

Rescatistas junto a los lugareños. Rescatistas junto a los lugareños.

Rescatistas junto a los lugareños. / J. M. Paisano

Allí, aunque no han podido rescatar a nadie con vida, sus perros, Homero y Birka, lograron marcar tres cadáveres, dos de los cuales pudieron ser entregados gracias a su ayuda a sus familiares para que le pudieran dar sepultura. "Llegamos a una aldea en la que puedo decir que el 70% de sus construcciones estaban derruidas. Nos dijeron que había una mujer y un niño de nueve años que estaban desaparecidos y nuestros perros pudieron marcar el sitio exacto en el que estaban, lamentablemente, ya fallecidos, pero pudieron ser rescatados sus cuerpos", detalla Hidalgo, que pese a dodo lo vivido, volvería a repetir la experiencia. "Hemos vueltos tranquilos, con la sensación de que hemos hecho lo mejor posible nuestro trabajo y hemos ayudado a dos familias a recuperar los cadáveres de dos seres queridos. Es para sentirnos más que satisfechos", concluyen los rescatistas a modo de balance.

Desde el primer momento, junto a estas laboras de búsqueda, Fundación Samu mantuvo activo un puesto médico avanzado en Adassil, en el que el equipo de sanitarios desplazados a la zona estuvo durante cinco días atendiendo a las personas heridas durante el terremoto o con cualquier necesidad de atención sanitaria. Además, el equipo ha realizado cada día diferentes expediciones a aldeas de los alrededores, conforme se iban limpiando los caminos rurales de escombros. Se han visitado más de 20 aldeas. También se han llevado a cabo traslados en ambulancia medicalizada a hospitales de mayor entidad en ciudades como Marraquech e incluso Tánger.

La enfermera sevillana Andrea Rodríguez ha formado parte de ese operativo sanitario. "No me lo pensé un segundo cuando me llegó la propuesta", afirma. Apenas lleva unos minutos en España cuando atiende la llamada de Diario de Sevilla. "Volvemos con dos imágenes, fundamentalmente, que no vamos a borrar tan fácil de nuestra memoria. Por un lado el agradecimiento de todos los lugareños, simplemente, por esta allí y, por otro, la precariedad con la que se han quedado muchísimos vecinos de los pueblos en los que hemos estado, viviendo en tiendas de campaña porque no se atreven a volver a las pocas casas que han quedado en pie por miedo a su derrumbe", relata la sanitaria.

Una vecina entre los restos de la que fue su casa. Una vecina entre los restos de la que fue su casa.

Una vecina entre los restos de la que fue su casa. / J. M. Paisano

Sanitarios de la misión, en el puesto de mando avanzado atendiendo heridos. Sanitarios de la misión, en el puesto de mando avanzado atendiendo heridos.

Sanitarios de la misión, en el puesto de mando avanzado atendiendo heridos. / Samu

Por el el puesto de operaciones de Adassil se han realizado durante los cinco días que ha durado la misión más de un centenar de intervenciones, además de las realizadas con la unidad móvil que se desplazaba por los pueblos más afectados. Detalla Andrea que, sobre todo, se han atendidos traumatismo, contusiones o heridas relacionadas con el terremoto. Pero, además, pacientes crónicos que habían perdido su medicación por el derrumbe de sus casas. 

La gran satisfacción con la que vuelve el dispositivo ha sido la de haber ayudado a salvar "varias vidas". "Pero con la que nos quedamos todo el equipo fue el episodio crítico sufrido por una niña que llegó al puesto médico con una fractura en el codo que, como método tradicional de allí, se la habían inmovilizado haciéndole un torniquete con la cubierta de una bicicleta, lo que le había originado una isquemia distal. Empezó a convulsionar y la tuvimos que entubar y fue estabilizada en el mismo puesto médico y trasladada a Marrakech con soporte ventilatorio y hemodinámico por un equipo de intensivos. Llegó al hospital estable, fue intervenida y la pudimos ver antes de volver y estaba estupendamente", detalla.

El dispositivo del que ha formado parte Andrea, en el que un equipo procedente de Sevilla se sumó a los recursos locales de Samu en Marruecos, ha estado formado por 19 personas: cinco médicos, dos enfermeros, ocho Técnicos de Emergencias Sanitarias y cuatro especialistas en rescate acompañados de dos perros. El contingente está equipado además con seis vehículos: un vehículo de primera intervención; una ambulancia de Soporte Vital Avanzado; una unidad de rescate quirúrgico y tres todoterrenos.

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