Patrimonio y turismo

Un viaje de 70 minutos por el siglo XIII

Visita teatralizada al Alcázar de Sevilla inspirada en Alfonso X Visita teatralizada al Alcázar de Sevilla inspirada en Alfonso X

Visita teatralizada al Alcázar de Sevilla inspirada en Alfonso X / Juan Carlos Vázquez

Escrito por

· María José Guzmán

Redactora jefe

Hay mil formas de contemplar el Alcázar de Sevilla y las visitas nocturnas teatralizadas que organiza el monumento cada año aportan un argumento nuevo que permite hacer un viaje de sensaciones que va más allá del mero ejercicio contemplativo de esta joya patrimonial.

En esta ocasión, en la conmemoración del 800 aniversario de su nacimiento, el hilo se inicia con la historia de Alfonso X, uno de los monarcas que habitó en estos palacios y que dejó su impronta no sólo en su arquitectura, pues fue el impulsor del Palacio Gótico, sino en toda la ciudad, donde su legado está también en iglesias como Santa Ana, San Julián, Santa Lucía o Santa Marina; y  el emblema que ha llegado hasta la actualidad, el NO8DO. Un papel relevante que trasciende de Sevilla, donde está enterrado en la Capilla Real de la Catedral, pues una de las facetas más importantes de su reinado fue su labor legisladora y el impulso cultural que supo vincular simultáneamente a Oriente y Occidente y que la valió el sobrenombre de El Sabio.

La visita, a cargo de los actores de la Compañía Teatro Clásico, se inicia en la antesala del Patio de la Montería, que fue corral de comedias en el Siglo de Oro y donde estrenaron, entre otros, Lope de Vega o Calderón de la Barca. Pisando sobre restos de otros, la historia se va superponiendo sumando y remodelando espacios que hoy dibujan un monumento de gran belleza. Anochece y el visitante se traslada a un espacio de reyes, príncipes, mercaderes, siervos y criados y a acontecimientos históricos en plena Edad Media. 

Visita teatralizada al Alcázar de Sevilla inspirada en Alfonso X Visita teatralizada al Alcázar de Sevilla inspirada en Alfonso X

Visita teatralizada al Alcázar de Sevilla inspirada en Alfonso X / Juan Carlos Vázquez

El personaje de Leonor de Castro, dama de compañía de la reina Violante de Aragón, hija del rey de Aragón, nieta del rey de Francia y esposa del rey Alfonso X, prologa el viaje antes de pasar el umbral de la Sala de la Justicia, de estilo mudéjar y que Alfonso X no conoció tal cual, donde la reina Violante cuenta cómo con 7 años fue prometida con el heredero al trono de Castilla, que ya tenía más de 20 años y con quien seis años después se casó sin haberlo visto antes. El cruel relato de cómo se consumó el matrimonio retrata la soledad de una reina que, tras fallecer Fernando III, el rey que conquistó Sevilla, vio cómo su marido fue proclamado rey y ella se angustiaba cada día más por no cumplir con la obligación que tenían las reinas: dar hijos para perpetuar el reinado. Pero con 18 años se quedó encinta y fue encadenando embarazos hasta parir once hijos, un capítulo que las actrices relatan en el Palacio del Yeso. Con la ayuda de una hechicera la reina consiguió un remedio para garantizar su infertilidad y dejar de ser “la coneja” de Alfonso X y ser sólo “una simple mujer”.

Tras cruzar de nuevo el Patio de la Montería, la siguiente escena tiene lugar en la Sala de Audiencias, donde se observa la Virgen de los Navegantes. Y la reina Violante sigue retratando a un Alfonso X frío y desbocado y enamorado profundamente de Sevilla “donde se ocupa hasta de las casas abandonadas”. Pero también de hombre con muchas capacidades para batallar con los moros, escribir poemas y canciones a la Virgen, prepara juegos de ajedrez, legisla y se trae a sabios y trovadores para escribir una gran historia del mundo y otra de España, funda universidades, construye catedrales... 

El argumento introduce la muerte repentina con 19 años del primogénito, Fernando, que ya tenía dos hijos. Y el enfrentamiento que esto produjo con su hermano Sancho, el segundo varón y hombre de fuerte carácter que exigió ser el sucesor, reivindicación que dividió a la familia y abrió duros tiempos para la Corona. De nuevo en el patio de la Montería, la reina relata unos años violentos en los que abandonó al rey y se refugió con sus dos nietos, los herederos de su hijo Fernando, en Aragón donde reclamó la Corona y se enfrentó a Alfonso X y a su propio hijo Sancho.  Es cuando aparece en escena otro personaje, María Aldonza, que se situó al lado de un rey abatido por su enfermedad, que hoy llamarían cáncer, y por los conflictos familiares y las pugnas por el poder.

El visitante ya ha atravesado el Patio de las Doncellas por primera vez y se adentra en la Habitación del Príncipe, que conserva sus colores originales, y el Patio de Muñecas, donde el rey sigue relatando las batallas para frenar a los invasores y derrotas que atribuye al pacto entre Sancho y la reina.

En la Sala del Techo de Felipe II  la historia continúa explicando cómo el rey empeora y se recluye en el Alcázar de Sevilla. Es cuando Sancho maniobra y, a espaldas de su padre, negocia con el reino de Aragón y busca adeptos entre nobles, clero, órdenes militares y convoca una asamblea en Valladolid. Y el visitante continúa la ruta descubriendo el impresionante Salón de Embajadores. Donde el rey recuerda la lealtad de Sevilla y sus dificultades para encontrar más aliados. Y pide ayuda a Abu Yusuf Yaqub que, a cambio de la corona de oro de Alfonso X,  hizo la guerra a su favor y en contra de su hijo, no sin saquear todo lo que se le ponía por delante.

Espectáculo audiovisual en los Baños de María de Padilla. Espectáculo audiovisual en los Baños de María de Padilla.

Espectáculo audiovisual en los Baños de María de Padilla. / Juan Carlos Vázquez

La enfermedad del rey fue progresando y en el Patio de las Doncellas tiene lugar uno de los momentos cumbre de la representación, cuando se escenifica su muerte, exiliado en el Alcázar. Allí le intentaron asesinar pero el complot fracasó, no su enfermedad. Hizo testamento  y nombró heredero a los dos niños. Antes de expirar perdonó a su hijo Sancho y pidió morir en ese palacio, con música y una bailarina.

Ahí comienza el relato de otra etapa, una vez muerto el rey, con un paseo por los jardines de Troya, los baños de María de Padilla, donde tiene lugar un impresionante espectáculo audiovisual . Luego el relato histórico muestra un Alcázar convertido en un hervidero de espías y sinvergüenzas pero con una certeza, el rey Sancho respetaría Sevilla, la ciudad que nunca dejó a Alfonso X El Sabio.

El Salón de Fiesta de Palacio Gótico, la capilla de la Virgen de la Antigua, el Salón de los Tapices y el Patio del Crucero trazan el final del recorrido hasta salir por el Apeadero, tras algunas escenas cómicas que dibujan una sonrisa al visitante, que  respira la noche en el Patio de Banderas con la impresión de haber visto un nuevo Alcázar.

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