Athletic - Sevilla | La Previa

Un solar en el día después

  • El Sevilla saca fuerzas de flaqueza tras su decepción en Europa y jura mantenerse de pie ante las dificultades 

  • El nuevo reto, defender la segunda plaza con 7 bajas, el último en caer, Ocampos

Joan Jordán. Óliver Torres y Óscar Rodríguez, ayer.

Joan Jordán. Óliver Torres y Óscar Rodríguez, ayer. / Juan Carlos Muñoz

Julen Lopetegui, ese técnico al que cada vez que hay una decepción todos miran esgrimiendo no sé cuántas teorías acerca de una supuesta tendencia al paso atrás, mira a un lado y mira a otro. Un solar. Caen los lesionados como chinches. Brama el sevillismo más crítico con la imagen del equipo en la segunda parte de Salzburgo y olvida el banquillo que se resguardaba con una mantita en el Red Bull Arena. Juan María, Luismi Cruz, Juanlu, Iván Romero, Adrián González… eran nombres que figuraban en el acta (no es un invento ni ciencia ficción) del partido en el que la entidad se jugaba su futuro económico y deportivo. Dicho desde el primero hasta el último de los gestores del club, ya sea presidente, simple consejero raso o alto ejecutivo.

Lo último fue la ausencia inesperada de, posiblemente, el hombre más en forma del equipo, Ocampos, quien tras las enigmáticas palabras de Lopetegui sobre él y sobre Diego Carlos, se quedó en tierra. Ya había caído Suso para tres o cuatro meses más, siguen fuera Jesús Navas y En-Nesyri, la Copa de África cada vez está más cerca, esta misma semana también ha sido la de otro palo para Lamela (otros cuatro meses)… Acuña, de los más regulares, anda forzando y recayendo de nuevo, Rakitic es baja para este partido por sanción, Fernando está apercibido a una semana de recibir al Atlético… El panorama, así en frío, es ciertamente desolador, pero no queda otra que seguir.

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La Previa. / Departamento Infografía

Lamentarse, aunque el momento sea más que complejo, no conduce a nada y así lo hacen estos profesionales. No se ha escuchado a uno solo poner excusas. Monchi y Lopetegui han asumido su responsabilidad sin poner paños calientes. Cada uno en su faceta, el primero al componer una plantilla que se ha demostrado que era corta (más aún en Europa sin posibilidad de completar el elenco por no tener canteranos) y el segundo en su gestión en el día a día, han entonado el mea culpa.

Es el día uno en el día después, el que marca la visita al marco que peor (o de los peores) se le da al equipo sevillista. Comparecer en San Mamés –en el nuevo no ha ganado en la Liga– significa tragar quina para los nervionenses. Por eso, y porque la inmejorable situación en la Liga no invita a lamerse las heridas y sería perjudicial ante los rivales dar cualquier imagen de fragilidad, éstos se presentan en Bilbao con la intención –sana o insana– de sumar los tres puntos para seguir ostentando la segunda posición de la tabla (que se dice pronto) cuando el campeonato ya ha pasado el primer tercio y se encamina al ecuador.

El factor anímico puede ser la mejor medicina o también una losa difícil de levantar. Cuenta ahora despegar la rodilla del suelo más que en ningún momento de la temporada y si el grupo llevaba tiempo conjurado ante las adversidades y logró mantenerse de pie, ahora ese sentimiento colectivo es mucho más acusado y está en la epidermis de cada uno de los jugadores de esta plantilla.

El rival, como buen león y con el compacto sello de Marcelino, es fiero, pero menos. El momento, pese a los avisos, dice que lleva siete jornadas sin ganar y ha desaprovechado la ocasión ante cuatro rivales de la zona baja justo cuando debe acabar el año con los tres de arriba: Sevilla, Betis y Real Madrid, por ese orden.

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