Sevilla FC - Rennes | Informe técnico

Cien maneras de ir al sumidero

  • Ritmo endiablado,, ocupación perfecta de los espacios para llegar a zona de remate o por dentro (Jordán, Óliver o los extremos) o por fuera (laterales y extremos)... y negación en la suerte del gol

Joan Jordán y Koundé presionan a Grenier.

Joan Jordán y Koundé presionan a Grenier. / Antonio Pizarro

Por hechos como el que protagonizó el Sevilla en su primer partido europeo de la temporada en casa el fútbol es tan seductor. Y también tan puñetero. Si hablamos de baloncesto, el partido acaba 100-75. O mejor dicho, 70-45, vistas las limitaciones sevillistas para convertir. Pero en este deporte, como diría el tal Perogrullo, se trata de hacer un gol más que el de enfrente. Y el gol no abunda en la valija de los de Nervión. Un equipo que necesita 23 remates para batir a un portero no parece tan bueno. Pero este Sevilla lo es. Es un equipo realmente bueno. Ante un Rennes cierto que disminuido por las bajas de Camavinga y Nzonzi, fue un torbellino de ataques construidos con precisión de cirujano. Pero 21 de ellos se fueron por el sumidero.

Defensa

El Sevilla no es el mismo sin Éver Banega (no tiene solución) y tampoco es el mismo sin Jules Koundé (la afición ya sabe que debe rezar todo lo que sepa para que el titán francés no vuelva a causar baja). Como el ex zaguero del Girondins reapareció, esta vez con otro novedoso corte de pelo (recuerda a otro enorme jugador que fue del Sevilla por sus constantes cambios de look, Daniel Alves), la línea defensiva ganó metros y jamás los perdió: es prodigioso el sentido que tiene el galo para asegurar la salida limpia del balón y evitar que el rival apriete y fuerce pérdidas del balón. Con su presencia, el Sevilla planta su acordeón más arriba (igual que cuando sale En-Nesyri por De Jong, el equipo pierde metros por pura inercia).

Departamento de Infografía Departamento de Infografía

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El extremo Doku, efectivamente, es una bala. Pero Acuña tardó poco en tomarle la medida para evitar que se echara el balón en largo. Hasta en esa faceta cuajó un partido redondo el argentino. Anulado el chaval en la derecha, el Rennes desapareció. Guirassy no le ganó una a los centrales.

Ataque

Ocampos en la derecha y Munir en la izquierda. Así, sí. El argentino, eso sí, con más libertad que nunca para salir de ese costado según le dictaba ese fútbol intuitivo y racial que lo distingue. Ambos se sincronizaron de maravilla con los laterales para marear a los defensores en las esquinas. Tanto Navas como Acuña, además, colgaron centros tensos, caramelos. Ahí faltó algún cabeceador que apoyara a De Jong, pues Ocampos, que las tuvo, no es un especialista por mucho que haya firmado buenos goles de cabeza (Wolves). Faltó pausa para rematar mejor (Munir pudo controlar y asegurar alguna vez en lugar de fiarse a su volea), faltó tino muchas veces y también contó el enorme partido de Gomis, que para eso estaba el hombre y para eso cobra, para parar.

En este Sevilla es clave la gestación del juego por dentro (Jordán, Óliver, Fernando) para acabar desbordando por fuera gracias a los movimientos de Munir y Ocampos y la profundidad de los laterales.

Virtudes

Los recursos ofensivos del Sevilla fueron torrenciales, el Rennes no supo cómo guarecerse.

Talón de Aquiles

La impericia en la suerte suprema lo dejó todo en el aire. Y Lopetegui tardó en refrescar, encima.

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