Crónica | El Sevilla deja los miedos en Valencia y despeja su futuro (0-2)
Valencia-Sevilla
El equipo de Mendilibar deja el descenso a 8 puntos al ganar en Mestalla con los goles de Badé y Suso
Del Cerro Grande no pitó dos supuestos penaltis al Valencia, el primero con 0-1, tras consultar el VAR
Mendilibar: "Sigo sin entender el VAR, no hace mejores a los árbitros, les genera dudas"
El Sevilla dejó sus miedos en Mestalla con una victoria de oro molido que le debe dar el impulso y la serenidad necesarios para amarrar la salvación cuanto antes y, por qué no, lanzarse sin distracciones hacia el frente europeo que se le ha abierto. Los goles de Badé y Suso en la segunda parte valieron para que el equipo de José Luis Mendilibar, que ha ganado dos partidos fuera y acarició otra en casa, se aleje ya a ocho puntos de la zona de descenso, que precisamente marcan el Valencia y el Espanyol. Ambos clásicos de nuestro fútbol suman 27 por 35 de los sevillistas, hoy duodécimos.
Al sevillista se le ha despejado el cielo de los negros nubarrones que llegaron con el mismo inicio de la aciaga temporada, e incluso los temores, que el equipo ha trasladado al ya de por sí temeroso vestuario de Mestalla, han dejado paso a una fresca ilusión. En tres días, disparó sus opciones de eliminar al gigantesco Manchester United en los cuartos de final de la Europa League, lo que seguirá resultando harto difícil, y ha dejado muy encarrilada la permanencia en Primera.
No es que José Luis Mendilibar haya convertido de repente a un mal equipo de fútbol, como venía siendo este Sevilla, en un ejemplo de cómo practicar este bello y caprichoso deporte. Pero al menos le ha impreso carácter competitivo, no comete estupideces atrás y a los rivales les cuesta mucho más hincarle el diente que en el inicio de la campaña con Julen Lopetegui y luego bajo el mando del nuevo entrenador del Flamengo.
Mendilibar remendó la banda izquierda con Rekik por detrás de Bryan Gil. Badé recuperó su sitio en el eje de la zaga junto a Gudelj, y Joan Jordán también retornó para formar pareja con Fernando en la sala de máquinas. En el trío de mediapuntas, junto con Bryan a la siniestra, Lucas Ocampos por la derecha (ese costado fue lo mejor en la primera parte, con Jesús Navas muy asentado en el lateral) y Suso por dentro, en ese nuevo rol que le encomienda el preparador vasco. Arriba, En-Nesyri al galope.
Los diez jugadores de campo que salieron de rojo salieron al prado de Mestalla muy, muy conscientes de que el trecho entre perder y empatar era enorme. También lo era entre empatar y ganar, pero el miedo se impuso a la ambición y el Sevilla distó mucho de ser un equipo audaz en su puesta en escena.
El Valencia era puro temblor atrás, en el centro del campo, que Rubén Baraja pobló de piezas, hasta cinco, nada fluía, y los cuatro zagueros trataron de tirar la línea lejos de Mamardashvili, achicando alguna vez con más riesgos de lo necesario. Arriba, Cavani trataba de cazar lo que le llegaba, que en la primera parte fue un buen centro desde la derecha que no acertó a cabecear como acostumbra.
Que el Sevilla viera como un enorme tesoro el punto inicial que le concedía el 0-0 marcó cada una de sus maniobras. Sólo Jesús Navas y Ocampos inspiraban cierta voracidad en sus contadas acometidas por la derecha, pero casi todas las pelotas que recibían los cuatro jugadores más ofensivos del Sevilla eran en franca desventaja, de espaldas a la portería, parados, con un marcador delValencia encima y escasos apoyos de alguien de rojo. Suso enroscándose en torno a sí mismo, Bryan encerrado junto a la cal, sin salida, y En-Nesyri sin posibilidad de ir al espacio y arrancar la moto ante una zaga local tan arriesgada.
El balón largo desde atrás, de Dmitrovic o Badé, principalmente, puede ser un recurso a veces, pero no el núcleo sobre el que se sustente el juego sevillista. Entre otras cosas, porque ni En-Nesyri, ni Suso ni Bryan son duchos en ganar esas pelotas llovidas. Y así, las pérdidas de balón se desgranaron sin remisión en una primera parte de nivel ínfimo por parte y parte.
El Valencia, en esa tediosa primera parte, tampoco es que asumiera muchos riesgos. Ni siquiera para probar el rincón de Rekik, que dio unas señales preocupantes. De salida, se tragó un balón cruzado a Foulquier, a quien le salió un centro envenenado que Dmitrovic tuvo que enviar a córner (5’).
A los diez minutos, el Sevilla se fabricó lo único potable hasta el intermedio. Jesús Navas centró, el central turco Cenk despejó en semifallo y Ocampos por poco lo aprovecha.
El bajo nivel del partido adormeció tanto el juego, que el público de Mestalla, habitualmente caliente, enmudeció.
El personal sólo reaccionó cuando en el minuto 55, en un córner que botó Suso desde la izquierda, Gudelj rozó con la frente la pelota antes de que Diakhaby la dejara suelta en el área pequeña para que Badé, que se levantó de su lucha con Musah, llegara antes que Mamardashvili y la empujara a la red. Con ese 0-1, el público local se giró al palco.
Luego, sólo cinco minutos después, las iras de la afición valenciana se desviaron hacia Carlos del Cerro Grande, el árbitro madrileño, Policía Nacional fuera de los terrenos de juego, que desoyó al VAR cuando un balón que tocó Samu Castillejo en el área fue a impactar en el brazo derecho de Fernando tras tocarle antes en el cuerpo.
Ahí, Mestalla recobró su habitual papel en los Valencia-Sevilla, tan ardientes en este siglo XXI. No obstante, Mendilibar tuvo la sabia decisión de prescindir de Joan Jordán, ya muy fuera de sitio en la medular y amonestado, para dar entrada a Rakitic. También entró Montiel por Rekik, quien para no perder la costumbre, se llevó la mano a la pierna mirando al banquillo. Y fue el lateral argentino quien, en su mejor acción desde que es sevillista, habilitó a Suso para que el gaditano sentenciara con su precisa zurda en un tiro ajustado e imposible para Mamardashvili. Era el minuto 75 y todo nació en la vergüenza torera de Ocampos para ir a pelear y ganar un balón en el costado izquierdo del ataque rojo.
Dos minutos después de su gol, Suso fue relevado por Marcao. Y el central brasileño se vio envuelto en otra jugada polémica. Fue a anticiparse a un peligroso centro raso desde la izquierda que buscaba Marcos Andrés y lo hizo, pero Del Cerro Grande pitó penalti. De nuevo lo llamó estrada Fernández desde la sala VOR y las imágenes confirmaron que el delantero fue el que pisó la pierna del sevillista antes de caer. Segundo penalti que descartó el artilugio para que Mestalla terminara de prender la hoguera, en la que se quemó Ilaix Moriba en su patada de gtarjeta roja a Bryan Gil en la banda (85’).
Ahí terminó la mínima posibilidad de respuesta del Valencia y el mínimo riesgo de que al Sevilla se le volvieran a escapar dos puntos por el sumidero, como le ocurrió el Viernes Santo. Los negrísimos nubarrones se disipan por Nervión.
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