Getafe-Sevilla | La crónica

Getafe, otra estación en el viacrucis del Sevilla a domicilio (2-0)

  • El Sevilla prolonga su nefasta racha a domicilio con una lógica derrota en Getafe que lo mantiene al borde del abismo

  • El empecinamiento en arriesgar el balón atrás volvió a salir caro en otro plan fallido de Sampaoli

  • Desde mediados de octubre, hace cinco meses ya, no ganan los sevillistas fuera de casa

  • Sampaoli: "Estamos con un sentimiento de impotencia"

Gudelj y Ocampos, con Jesús Navas al fondo, decepcionados tras la derrota en Getafe.

Gudelj y Ocampos, con Jesús Navas al fondo, decepcionados tras la derrota en Getafe. / Mariscal (Efe)

El sevillista, por si le quedaba alguna duda, ya sabe, tras la dolorosa y lógica derrota en Getafe (2-0), que el viacrucis de esta Liga se le va a hacer eterno. Y a ver dónde termina. De momento, tras el parón irá a Cádiz a sólo dos puntos del descenso. El viacrucis se manifiesta en toda su plenitud a domicilio, donde el lánguido equipo de Jorge Sampaoli no gana desde hace cinco meses, nada menos. Entonces, un zapatazo de Gudelj decidió en Mallorca un partido que fue como lanzar una moneda al aire. Salió cara para el Sevilla. Pero con los planteamientos del fogoso entrenador argentino, incluso el margen para la suerte se ha estrechado a lo mínimo. Parece imposible que este Sevilla, como se planta y se mueve, como compite, arranque una victoria más lejos del Ramón Sánchez-Pijzuán.

El Getafe le puso ardor, muchísimo, y se limitó a aprovechar alguno de los regalos que conceden los de blanco al tratar de sacar el balón como el City de Guardiola. Munir, que en el minuto 36 erró un mano a mano de forma incomprensible tras una pérdida de Pape Gueye en la zona ancha, no perdonó a la segunda. Corría el minuto 50 y tras el enésimo pase suicida de Bono a un compañero que recibe de espaldas y con su par encima –¿cuándo aprenderá el marroquí?–, Joan Jordán también arriesgó demasiado al abrir el balón a la izquierda sin percibir que allí estaba Borja Mayoral, que se limitó a ganar la línea de fondo y asistir a Munir, quien remachó de zurdazo raso en el segundo palo. El Sevilla es el único animal de esta Liga capaz de tropezar mil veces en la misma piedra.

Los de blanco no forman una de las tres peores plantillas de la categoría. Sería casi un delito, teniendo en cuenta que maneja el cuarto presupuesto. Pero hoy, posiblemente, son uno de los tres peores en sus maneras de desenvolverse sobre la hierba. En sus clamorosos errores. Y en su dificultad para, asumiendo los enormes agujeros en la planificación, exprimir más rendimiento a los jugadores. En eso, las miradas deben converger en Jorge Sampaoli, ese hombre que se mueve por su área técnica como un tigre enjaulado, hambriento.... y confundido.

La propensión del preparador de Casilda a la extravagancia dio esta vez con Lucas Ocampos tratando de emular a Kanoute, o al espanyolista Joselu por tomar un referente actual, como delantero encargado de pelear los balones largos y prolongarlos de cabeza. El argentino fue una suerte de nueve, con Bryan Gil a su izquierda y Óliver Torres, éste partiendo desde el interior, como un segundo apoyo al ariete en el costado derecho.

A este trío de atacantes debía sumarse Pape Gueye con sus ya conocidas irrupciones desde atrás, lo que ensayó en la primera parte una sola vez, al cuarto de hora, aunque se escurrió al chutar en el área, algo escorado y sin muchos visos de éxito.

La llegada del senegalés fue de lo poco digno de recordar en la pobre primera parte de los sevillistas, otra más lejos del Ramón Sánchez-Pizjuán. Jorge Sampaoli se empecina en esa línea de cinco defensores, de tres centrales pues, cuando a menudo cuenta con un solo central puro entre los disponibles. Otra vez volvió a ocurrir en Getafe, ya que Nianzou se quejó a última hora de alguna molestia y fue Alex Telles, de nuevo Alex Telles, quien saltó para completar ese trío de sospechosos habituales.

También se empeña Sampaoli en ordenar la salida en corto desde atrás, con lo mal que suele leer las líneas de pase Bono y los habituales cortocircuitos de su cabeza cuando algún enemigo se le echa encima. Y a los doce segundos de juego, cuando nadie de azul había tocado aún la pelota, una cesión atrás de Alex Telles (tenía pase hacia delante, pero el vicio de este equipo es palmario) a Badé, y otra segunda del central al portero, acabó con el marroquí enredado en una suicida ruleta ante Enes Ünal, quien cortó la pelota. Suerte para Bono, y para el Sevilla, que Gudelj llegó primero a ese balón suelto que pudo haber cambiado el curso del partido en la primera jugada.

Esa amenaza animó al público local a jalear a los suyos en cada intento sevillista de salir en corto. Ya Quique Sánchez Flores había ordenado una asfixiante presión a los suyos, con Maksimovic y Luis Milla muy adelantados e invitando a los dos delanteros a apretar y acosar a posibles receptores de la pelota. Pero las dudas de los blancos hicieron que la afición getafense acentuara esa agresividad.

Por supuesto que los azules no bajaron el pistón tras el intermedio. Y bien que obtuvieron su recompensa en ese referido regalo de Bono y Joan Jordán que agradeció su ex compañero Munir.

Sampaoli trató de cambiar el curso del partido. Entraron Rakitic, Suso y En-Nesyri por Jordán, Óliver y Bryan. Suso, por dentro, dio continuidad hasta zonas calientes. Y Ocampos, abierto a la izquierda, secundó a En-Nesyri. Telles chutó cruzado y atajó Soria (66’). Un minuto después, En-Nesyri no estaba acomodado para rematar el centro de Navas. Montiel entró en el 72 por Telles para un dibujo 4-3-3 que volcó más al Sevilla. Pero Quique respondió con cambios que renovaron la barra de energía del Getafe. Todo acabó en un tiro potente pero centrado de Pape Gueye en el 80. Bueno, todo no: en una contra, Ünal hizo el segundo y agarró el average particular. Seis estaciones le quedan al Sevilla en su via crucis fuera de casa. Viendo jugar a este mal equipo, parece que la llave de la salvación reposa en algún rincón de Nervión.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios