Getafe - Sevilla | La crónica

Lamela ha caído de pie en el Sevilla (0-1)

  • El argentino consigue el gol del triunfo sobre la misma bocina para darle tres puntos de un gran valor a los sevillistas que los conducen al liderato

  • La primera mitad fue decepcionante y después mejoró sólo algo

Koundé llega eufórico a celebrar el gol de Lamela para el triunfo del Sevilla en Getafe.

Koundé llega eufórico a celebrar el gol de Lamela para el triunfo del Sevilla en Getafe. / Zipi | Efe

Erik Lamela ha caído de pie en este Sevilla 2021-22. Dos medios tiempo, un partido completo apenas, y tres goles en el casillero del argentino. Hasta ahí los datos objetivos, pero el tanto anotado en el minuto 93 en el Coliseum Alfonso Pérez tiene un valor incalculable. No en vano, sirvió para colocar como líderes a los suyos después de un encuentro en el que no habían estado, ni muchísimo menos, al nivel que se le exige a un aspirante a todo en la competición española, pero precisamente los que llegan arriba al final es por eso, porque ganan partidos de esta manera, como los verdaderos campeones.

A partir de ese último aserto, que es indiscutible en el cómputo global de un torneo de 38 jornadas, se pueden plantear las teorías que se quieran y seguramente todas tendrán razón, claro que sí. Por ejemplo, habrá quien piense que el Sevilla tuvo toda la buena suerte del mundo en su visita al Getafe y seguro que nadie podrá discutirle esa opinión. Ahora bien, que nadie olvide el paradón de David Soria a Diego Carlos en ese cabezazo a bocajarro y también el gol anulado a En-Nesyri por el pelo de una gamba e incluso se puede hasta dudar de las rayas trazadas por el VAR. Como tampoco se debería obviar que tanto Arambarri, por su codazo a Acuña, como Damián Suárez, por su falta sin opciones de jugar el balón, a Diego Carlos debieron ducharse antes de tiempo por la segunda tarjeta amarilla.

Son cuestiones todas ellas que sucedieron en este Getafe-Sevilla y no se deberían pasar por alto. Dicho lo dicho, el cuadro de Lopetegui, particularmente en la primera mitad, jugó horrible, no fue capaz de superar la presión de los madrileños en ningún momento y para nada se había hecho acreedor a conquistar finalmente los tres puntos que se litigaban.

Tampoco la segunda mitad fue un dechado de virtudes, pese a que tanto Rakitic como Lamela habían mejorado ya aportación de Papu Gómez y Suso, sobre todo por la incapacidad de éstos para imponerse a las circunstancias del juego. Eso sí, ya se observó una mejoría considerable con la entrada de Rafa Mir e Idrissi y ambos llegaron a las proximidades de David Soria. El primero, con un disparo al lateral de la red en el que ya se vio su movilidad en una jugada de Lamela; el segundo, con el primer tiro entre los tres palos, una rosca demasiado centrada y a las manos de David Soria.

El Sevilla, en esa fase, ya sí vivía en el terreno de los azules y al menos coqueteaba con el gol, algo que llegó a conseguir a través de una vaselina de En-Nesyri al adelantado David Soria en el minuto 82, pero el auxiliar decretó fuera de juego y el VAR no le quitó la razón. Habrá que otorgarle la veracidad a la máquina, faltaría más, por muchas dudas que dejaran las rayas trazadas en esa acción.

Fue toda la fase previa al gol, una jugada a mil revoluciones para ser el minuto 93. Rafa Mir arrancó desde el centro del campo, combinó un par de veces con En-Nesyri y en un visto y no visto estaba absolutamente solo delante de David Soria. Su disparo no fue malo, con el interior a la zona que había dejado desprotegida el guardameta, pero se estrelló en el poste. Qué casualidad, Miguelito, quienes llegaban a buscar el rechazo eran mayoritariamente blancos y la pelota se dirigió hacia Lamela con toda la portería para él. Interior del pie derecho, es zurdo, y el balón que entra por el centro.

Nada ilegal, nada que objetar. ¿Mucha suerte la de este equipo de Lopetegui? Pues probablemente sea así, insisto, pero son las cosas de tener en una plantilla a Rafa Mir, Lamela, Idrissi, que también aportó, Rakitic, el más clarividente, y hasta un Rekik que estuvo incisivo siempre para hacer las cinco sustituciones y que los suyos crezcan en su rendimiento.

Pero hay que hacer un repaso también por el primer periodo y la conclusión es que las nuevas ideas que quiere implantar Julen Lopetegui entre los suyos no acaban de ser interpretadas de manera adecuada y eso condujo a una primera mitad decepcionante. El técnico, como en el último tramo del curso pasado, apostaba por 1-4-2-3-1, un cambio en el tradicional 1-4-3-3 para el que es fundamental la presencia del Papu Gómez.

La puesta en escena del Sevilla llegaría a ser prometedora, aunque sólo duraría diez minutos durante la tormenta que caía sobre Getafe en ese arranque. Fue el tiempo en el que se diluyeron esos mediapuntas, incapaces de aprovechar la presión fuerte de los locales para generar superioridades a sus espaldas.

Lopetegui, lógicamente, se desesperaba en la banda ante la impericia de los suyos para interpretar esos nuevos patrones que exigen menos pases de seguridad y más riesgos para buscarles las espaldas a los rivales, en este caso a la ordenada escuadra de Míchel, que iba arriba con valentía para tratar de hostigar la salida del balón de los sevillistas.

El Sevilla comenzaba a ser un quiero y no puedo, un equipo que tenía claro que debía aprovechar los riesgos del Getafe a la hora de presionar para hallarle las espaldas a la zaga compuesta por Djené y Mitrovic, pero que era incapaz de acercarse siquiera a ese objetivo. Después de un fuera de juego dudoso de En-Nesyri justo antes de la pausa de hidratación se acabó definitivamente ese objetivo y el Sevilla, en lugar de ir creciendo, fue bajando su nivel.

Sólo un balón que no había sido rematado por Koundé en un centro-chut raso de Papu Gómez fue su única producción ofensiva, la vez que estuvo más cerca de haber batido a David Soria. El resto fue un equipo que cada vez se sentía más incómodo y que era incapaz de desembarazarse de la presión que sufrían por parte de Enes Ünal, Sandro y los centrocampistas azules.

Lógicamente, Lopetegui veía las mismas cosas y en el intermedio ya dejaba fuera a dos de los integrantes del trío, Papu Gómez y Suso, para que ingresaran Rakitic y Lamela. Después también saldría un desacertado Óscar Rodríguez junto a Joan Jordán, lejos de su nivel igualmente. Y a partir de ahí el Sevilla creció, coqueteó con el gol sin hacer nada brillante y se encontró con la suerte del campeón en la jugada final.

¿Buena suerte, flor en el culo? Puede ser, pero creo que era Napoleón quien quería a sus generales con suerte y lo único cierto a estas horas es que el Sevilla tiene seis puntos en su casillero y es el líder de la Primera División después de las dos primeras jornadas. Ah, y hay un jugador llamado Erik Lamela que llega del Tottenham y parece que ha caído de pie en el sevillanísimo barrio de Nervión.

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