Fenerbahçe-Sevilla

Sampaoli quiere acción en el Jardín del Faro

Jorge Sampaoli sonríe ante el preparador Pepe Conde, más circunspecto.

Jorge Sampaoli sonríe ante el preparador Pepe Conde, más circunspecto. / Antonio Pizarro

"Tenemos que tener clara la diferencia entre reacción y acción, si no dominamos el partido, se nos torna de ida y vuelta y es perjudicial". Quedan muy lejos los años en los que la gente de letras estudió Física, en los inicios del Bachillerato. Pero una de las cosas que se quedó grabada de forma indeleble fue la tercera ley de Newton. "Cada acción tiene una reacción igual en sentido opuesto". A Jorge Sampaoli, en su proverbial exceso verbal, también se le quedó en algún rincón de su memoria y ayer insistió mucho en esa tercera ley, a colación de un mal de este Sevilla, que es perezoso en la aplicación del apotegma newtoniano.

"El equipo se va acomodando con el pasar de los minutos; al principio le cuesta imponerse desde el juego. Hay mucha necesidad, que se torna en apuro. Y es lo que tratamos de corregir, que el equipo parta de una idea que se tome como una religión", comenzó advirtiendo... Pues acude el Sevilla a un estadio, el Sükrü Saracoglu, que recibirá a los de Sampaoli con un estruendo que hará espabilar a los más adormercidos. Porque el Jardín del Faro, la traducción que recomienda de Fenerbahçe el estimado Javier González-Cotta, un muy versado conocedor de la cosa turca, aguarda taimado y descansado por la buena costumbre de la Superliga de que no juegue la jornada previa el equipo que representa a los otomanos en Europa.

La rebeldía por el terremoto

Frente a esa tropa ansiosa de jenízaros espoleados por los ululantes gritos de sus díscolos aficionados, en pie de guerra contra el Gobierno de Erdogan por la gestión del trágico terremoto, además, saldrá un Sevilla asaeteado por la precariedad en su línea de flotación, el eje del sistema defensivo.

"Que no estemos reaccionando, sino accionando desde que empieza el partido. Más allá de que los rivales nos generan incomodidad de salida, que no nos permiten jugar en los primeros minutos, el rival merma y nosotros empezamos a encontrar los espacios que al principio no encontramos. Y esa búsqueda hace que nos pongamos ansiosos, imprecisos, y todo el tiempo estamos buscando la fórmula", insistió Sampaoli.

Fútbol antes que religión

El argentino, en cambio, no teme tanto el tronar de los tambores de guerra en el Sükrü Saracoglu. Sabe que es un arma de doble filo. "Es un lugar complicado para jugar, por la característica de su gente. En Holanda fue lo mismo. Creo que lo más importante es lo que pasa dentro del campo. A lo mejor esa presión, cuando pasan 15 minutos, se termina en opresión para su equipo, porque la obligatoriedad de tu gente hace que tengas que cambiar rápido la eliminatoria -otra vez el principio newtoniano-. Y nosotros tenemos que hacer que no suceda", advirtió.

Sampaoli habló de que sus jugadores deben imbuirse de su idea más allá de las acciones del rival de forma religiosa. Mejor dejar lo tocante a la religión en este lado asiático de Estambul y centrarse en la física y la química, cohesionar al grupo en torno a la gallardía y el juego. "Un grupo compacto que se pueda ayudar con o sin balón". Sin balón ayudará incluso Marcao, que viajó con el grupo pese a que aún no puede ayudar en el césped. Es uno de los tres sevillistas que han jugado bajo el estruendo del Sükrü Saracoglu, junto con Alex Telles y Fernando, los tres en el Galatasaray. Sus oídos ya saben a qué suena el Jardín del Faro.

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