Sevilla FC -Copenhague

A Sampaoli ya le acechan las finales

Sampaoli, junto a dos de sus colaboradores.

Sampaoli, junto a dos de sus colaboradores. / Antonio Pizarro

A Jorge Sampaoli, o para ser más exactos, a su Sevilla, se le pone la cosa seria. Le llegan las finales al técnico argentino, para el que si ya de por sí tenía poco tiempo para pruebas, no queda margen posible. Hoy el Copenhague y el sábado el Rayo Vallecano con el Sánchez-Pizjuán como testigo y la afición sevillista como juez que hasta ahora se ha desgañitado animando pero que puede llegar a cansarse.

El proyecto deportivo y el proyecto económico están en juego cuando las sensaciones no son las mejores por mucho que en casa partido haya una fase de lucidez más o menos extendida en el tiempo y cuando ya no hay otro resultado posible que la victoria ante un equipo claramente menor según la referencia de lo que ha sido este Sevilla. Pero he ahí la clave: lo que ha sido y no lo que es ahora, pues en el fútbol el pasado no empuja el balón hacia el marco contrario y hoy esta plantilla no infunde ni la mitad de respeto que hace un año. Ni en Europa ni tampoco en la Liga española.

La previa. La previa.

La previa. / Departamento Infografía

Para colmo, el mejor hombre, el que le ha salvado los muebles a Sampaoli no pocas veces –recientemente en Mallorca y ante el Valencia con ese penalti parado en el descuento– tenía que conformarse ayer con ver a sus compañeros entrenar desde la banda por prescripción médica y a la espera de que unas pruebas descartaran un problema más para una enfermería en la que el tráfico no para. Bono llega entre algodones y que sea duda es una amenaza más para un grupo que no está ni mucho menos seguro de sí mismo.

Hasta ahora el técnico argentino ha tenido un periodo de gracia, pero ya es el todo o nada

El Sevilla necesita ganar esta final para justificar, de momento, la decisión del consejo ejecutivo (no se sabe si con el convencimiento pleno de Monchi o no) de cambiar de entrenador ante una relación que es cierto que estaba ya desgastada. Seguir en la presente Champions League está virtualmente casi descartado y en la próxima edición de la máxima competición continental ese “campamento base” está muy, muy lejos. Por eso, salvar la temporada en clave europea pasa por meterse en la Europa League e intentar llegar lo más lejos posible aunque los ingresos económicos se reduzcan a una propina comparados con lo que da el torneo de las estrellas.

El objetivo es ganar y da igual cómo lo haga el equipo de Sampaoli. Sin con defensa de tres o de cuatro (no hay tanta diferencia en el comportamiento que genera del equipo porque además incluso pueden cambian los roles en cada jugada), si apretando con la referencia de un nueve o con la llegada de la gente de segunda línea...

De lo que sí tendrá que guardarse el casildense es de las vías de agua que aparecen recurrentemente por la zona de la quilla del bote, por un pasillo central que se resquebraja en cada balón perdido y cada contraataque del rival. Los enemigos siguen viendo los vídeos del Sevilla y todos repiten el mismo plan: presionar la salida de balón y explotar con velocidad la extremada debilidad de medios centros y defensas centrales, aprovechar las lentas basculaciones para atacar el costado de Alex Telles... y así, un largo etcétera.

Los nervios pueden empezar a llegar ante la presión acumulada y no es para menos. A Sampaoli y al Sevilla se les acaba el tiempo. La cosa se le pone seria ya al entrenador en quien confió el consejo ejecutivo la reconducción de un proyecto que de momento no corrige el rumbo. Hoy debe poder ya las coordenadas correctas.

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