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Las claves del descenso de asistencia al Sánchez-Pizjuán: 6.840 espectadores menos de media

Julen Lopetegui habla con Joan Jordán ante Rakitic bajo el aguacero del Sevilla-Barcelona.

Julen Lopetegui habla con Joan Jordán ante Rakitic bajo el aguacero del Sevilla-Barcelona. / Antonio Pizarro

¿Cómo es posible que un equipo que había vuelto a tocar plata y estaba metido por derecho propio en la Champions bajase la asistencia a su estadio respecto a hace dos años, tres o cuatro en la esperada vuelta del público? La web sobre impacto económico del deporte Palco23 ha sacado un informe que constata la realidad que ya se estaba atisbando: ha bajado la media de asistencia al Ramón Sánchez-Pizjuán. Concretamente, respecto al primer año de Julen Lopetegui, la media en la Liga descendió en 6.840 espectadores, quedándose en 29.757. Claro que todo tiene sus matices.

El primero es clarísimo y atiende al Covid-19. Los tres primeros partidos en casa tenían el aforo restringido, ante Rayo (13.962 espectadores el 15 de agosto, con 30 grados a las 22:15), al 40%; ante Espanyol (23.956) y Valencia (23.654 espectadores), al 60%. Era necesaria la inscripción previa, como para los dos primeros de Champions, ante Salzburgo y Wolfsburgo.

Pero los números empezaron a ser alarmantes cuando Sanidad levantó la restricción y volvió a restringir por la ola de ómicron en Navidad, dejando los aforos al 75% en enero y al 85% en febrero. En ese momento, el club decidió que ya no era necesaria siquiera la inscripción previa, visto el poco predicamento que estaba teniendo el Sevilla de Lopetegui, muy afectado por la lluvia. El abonado que estaba acudiendo al estadio y el taquillaje no invitaban a pensar que se superase el límite de aforo. Y no se superó.

La lluvia fue el segundo factor clave. Hasta siete partidos se vieron afectados directamente por las precipitaciones, con grandes chaparrones en partidos como los de Real Sociedad (24.861 espectadores), Alavés (25.208), Osasuna (17.635) o Barcelona (31.358), además de los tres de Champions en casa, sin bien estos sin tantos aguaceros durante el partido como en los de Liga. Hubo algún encuentro en el que incluso los aficionados que estaban bajo la visera de Preferencia o bajo los voladizos del resto del estadio terminaron literalmente chorreando.

Y el tercero, además del temor al Covid una vez superadas las restricciones, un elemento difícilmente medible, fue el juego del equipo. Las críticas que el sevillismo vertía en las redes sociales, o en las tertulias de bares, trabajos y encuentros sociales tuvieron su efecto directo en la asistencia. Sólo hay que tomar como ejemplos los clásicos ante Atlético de Madrid (33.241 espectadores) o Athletic de Bilbao (31.305), encuentro este que fue de cierre, con lo que significaba de despedida y premio tras el logro de la Champions en el bolsillo y con la opción de terminar tercero aún –algo minada, eso sí, por el adelantamiento del Real Madrid-Betis al viernes–. Era un partido para una gran celebración en comunión, y no se llenó, como tantas otras veces.

El aforo máximo fue ante el Real Madrid, 40.629 espectadores, una cifra similar a la que se dio en un Bernabéu en obras, con aforo máximo de 62.000, y una asistencia ante el Sevilla de 45.281. En segundo lugar se situó el derbi, con 37.250. Y ya en tercero, el mencionado del Atlético.

Los horarios también influyeron. La primera vez que el Sevilla podía llenar al 100% los 43.883 sillones de su estadio, LaLiga ubicó el partido ante el Levante el domingo a las 14:00, con calor de octubre. Y la mala suerte influyó en que el día del Barça, que en su día iba a jugarse al 60%, fue aplazado y se jugó ya sin restricción antes de Navidad, apenas se sobrepasase los 31.000 espectadores por un fortísimo aguacero.

Lluvia, Covid, el desgaste por el unocerismo... En la 17-18, el año de Berizzo, Montella y Caparrós, la media fue de 33.071; en la 18-19 (Machín y Caparrós), fue de 36.105; el primero de Lopetegui, de 36.597. Y en la 21-22, la media bajó a 29.757. El estadio no tiene sitio para los niños, pero los adultos están dejando de acudir, con una remodelación en proyecto para ampliarlo. Urge la reflexión.

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