Sevilla FC

El recuerdo de la gran caída

  • El Sevilla de Lopetegui visita con renovada ilusión el escenario en el que el equipo de Machín perdió el liderato y trazó una línea descendente de la que no volvió a salir

Kjaer, en primer plano ante varios jugadores del Alavés que celebran el 1-0 momentáneo del duelo del pasado año.

Kjaer, en primer plano ante varios jugadores del Alavés que celebran el 1-0 momentáneo del duelo del pasado año. / ADRIAN RUIZ DE HIERRO / EFE

Si ya de por sí Mendizorroza es un estadio históricamente poco favorable para los intereses del Sevilla, en el que no gana desde hace cerca de 19 años, el recuerdo de la última comparecencia del equipo blanco sobre la hierba vitoriana no es tampoco muy positivo.

No por el partido y el resultado en sí, pues el equipo entonces entrenado por Pablo Machín no perdió y pudo sumar un punto (1-1) gracias a un tanto postrero de la sociedad que mejor funcionó en toda la temporada: asistencia de Sarabia y remate de Ben Yedder. El aspecto más negativo de aquella última cita en Vitoria, fechada el 2 de diciembre del pasado año, es que marcó la tendencia descendente de la que el proyecto de Machín ya no saldría.

El Sevilla acudió como líder a medirse al equipo de Abelardo. Era la jornada decimocuarta y el sevillismo bullía en efervescencia de ilusiones, pues no en vano con el técnico soriano disfrutaba de su tercer liderato desde que comenzó la Liga y daba señales de estar capacitado para aguantar codo con codo la pelea con el Barcelona cuando ni Real Madrid ni Atlético de Madrid ni Valencia estaban entonces a su nivel de rendimiento.

Acababa de ganar en Nervión al Valladolid con un tanto del delantero de moda y por el que sacaban pecho Caparrós y Castro, André Silva, y en la fría noche norteña el Sevilla iba a perder esa posición de privilegio que ya nunca recuperaría. De hecho, aquella cita marcó una decadencia preocupante que hizo saltar por los aires el proyecto hasta que la destitución llegó más motivada por la eliminación europea que por la marcha en la Liga, en la que figuraba sexto y acababa de golear a la Real Sociedad en Nervión. Con Caparrós llegó a bajar un escalón más, pues tras perder en Valencia el Sevilla se situaría fuera de las plazas europeas, séptimo, aunque precisamente la victoria sobre el Alavés en casa lo devolvió al sexto puesto.

Pero ya nada fue igual después de aquella visita al Alavés. El Sevilla mantuvo la segunda plaza durante un par de jornadas, pero no pudo más. Empató en Mestalla (1-1) un partido que tenía ganado en el descuento y ganó con cierta solvencia al Girona (2-0) una mañana de domingo en el Sánchez-Pizjuán.

No obstante, otra vez en una de esas salidas a un estadio poco dado a la lírica como Butarque, donde el Mudo Vázquez fue expulsado por protestar en el descanso, al Sevilla le tocó bajar un escalón más, a la tercera plaza, para no volver ya a situarse segundo en toda la campaña.

Ahora, el Sevilla de Lopetegui tiene la oportunidad de cambiar el prisma con el que sus aficionados visualizan un estadio en el que pocas veces se han dado buenos resultados para sus intereses y que la pasada campaña, por ejemplo, marcó el comienzo de un fatal declive.

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