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El semestre mágico de Bono

Bono, en un entrenamiento del Sevilla.

Bono, en un entrenamiento del Sevilla. / José Ángel García

Una cascada de sensaciones inimaginables cuando llegó a Nervión claramente con un rol secundario. Eso es lo que ha vivido Yassine Bounou, Bono, en el semestre largo que ha pasado entre la final de la Europa League 2020 en Colonia (Alemania) y la noche del pasado sábado en el estadio José Zorrilla de Valladolid.

El destino sigue guardándole gratas sorpresas al guardameta internacional marroquí, que se ha convertido en prácticamente un héroe para la afición sevillista entrando además en el selecto club de los porteros goleadores. El tanto con el que el Sevilla sumó un punto en el estadio castellano en el tiempo de prolongación recordó para la afición blanquirroja el célebre gol de Andrés Palop en Ucrania ante el Shakhtar Donetsk, una imagen ya subida a los altares de la historia más grande de este centenario club.

Con su habitual serenidad, el jugador canadiense de nacimiento (vio la luz en Montreal hace 29 años), relató lo ocurrido tras el partido ante los micrófonos de Movistar. “No sabía ni cómo celebrarlo”, confesaba un currante que ahora disfruta de su trabajo y paciencia durante el tiempo que le tocó esperar. Precisamente eso es lo que buscó Monchi con su fichaje: calma, sosiego y trabajo, mucho trabajo.

Bono ha logrado tres hitos importantes en este espacio de tiempo tras aprovechar bien el guiño que le tenía preparado el destino justo aquella noche en la que Tomas Vaclík se lesionaba en una acción en el Sánchez-Pizjuán con el delantero del Eibar Kike García. Bono, pese a los miedos de la afición sevillista cuando el equipo de Lopetegui se jugaba una plaza Champions en el tramo final de la Liga pasada, no sólo lo hizo bien, sino que, pese a la recuperación a tiempo del checo para la fase final de la Europa League, el guipuzcoano siguió confiando en él para la titularidad, una condición que se ganó a pulso y que defendió con actuaciones decisivas en cada una de las eliminatorias hasta llegar a la final ante el Inter.

Un penalti parado ante el mexicano Raúl Jiménez permitió al Sevilla clasificarse para las semifinales al derrotar al Wolverhampton, fue decisivo también ante el Manchester United y en la final sacó una mano salvadora en un mano a mano ante Romelu Lukaku. Bono fue elegido por la UEFA mejor portero de la Europa League y, lo mejor, su equipo ganaba un título, el sexto cetro en la competición preferida de los blancos en la misma edición en la que un error de cálculo sin tiempo reacción pudo haberlo tirado todo al traste ante el Cluj rumano, el borrón que marcaba su trayectoria en el Sevilla y que lo condenaba prácticamente a volver a Montilivi por donde había llegado.

Pero el destino es así. Monchi compró a Bono al Girona, le firmó un contrato por cuatro años y empezó a edificar otro proyecto apoyándose en su futuro y decidiendo no renovar a Vaclík.

Meses después llegó otro gran hito para el de Montreal, el récord de imbatibilidad en la Liga con el que batió la marca del portugués Beto, quedándose a pocos minutos (algo más de 50) de batir el de Palop.

Pero sí emuló al carismático meta de La Alcudia en lo que no se podía imaginar, pues evitaría la derrota de su equipo en los últimos minutos del partido ante el Valladolid al subir a rematar un córner a la desesperada y solventar con un zurdazo un barullo en el área tras un pase atrás de En-Nesyri.

Lo curioso es que, como desveló el mismo sábado su compañero Vaclík por palabras de su agente, Bono tendrá la próxima campaña de compañero en la portería del Sevilla a Dmitrovic, el serbio al que sólo Ocampos vestido de portero evitó que también se sumara a la lista de guardametas goleadores en la Liga.

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