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Andalucía se activa por el clima

  • Grandes empresas, compañías energéticas y pymes aportan su talento, sus inversiones y sus ganas de cambiar las cosas para luchar contra el cambio climático ‘desde casa’

Andalucía es una de las regiones europeas con más potencial renovable.

Andalucía es una de las regiones europeas con más potencial renovable.

El año 2019 fue el segundo más caluroso de todos los tiempos. Un final perfecto para la -también- década más calurosa (2010-2019) de la historia. Parece evidente que ya no es una teoría, un porvenir ni por supuesto un dogma de fe sujeto a que uno lo crea o no. No hay lugar en el mundo que no haya experimentado ya los efectos del cambio climático, incluso a golpe de situaciones dramáticas. Según los datos de Greenpeace, las pérdidas anuales causadas solo por catástrofes relacionadas con el clima alcanzan cientos de miles de millones de dólares, sin mencionar el impacto humano de las catástrofes geofísicas -el 91 por ciento tiene relación con el clima. El cambio climático está afectando a todos, alterando las economías nacionales y afectando a las vidas de cada individuo en el planeta. Daños en las cosechas, sequías, problemas para la salud, fenómenos extremos como danas, tormentas y huracanes… Los sistemas meteorológicos están cambiando, los niveles del mar están subiendo, los fenómenos meteorológicos son cada vez más extremos y, aún así, los niveles de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera aumentaron hasta niveles récord en 2019. El calentamiento global está provocando cambios permanentes en el sistema climático con unas consecuencias que pueden ser irreversibles si no se toman medidas urgentes ahora.

Dicho así, de golpe, todo lo descrito arriba parece un aluvión de malas noticias, un problema irresoluble, pero nada más lejos de la realidad. Conscientes del problema, los estados asumieron como propia la realidad del cambio climático mediante el Acuerdo de París, aprobado en 2015, aspira a reforzar una respuesta mundial a la amenaza que supone el cambio climático. El objetivo, en términos amplios, es mantener el aumento global de la temperatura durante este siglo muy por debajo de 2 grados con respecto a los niveles preindustriales. El Acuerdo de París es la manifestación de un compromiso mundial por el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 13, una ‘Acción por el clima’ que sería una misión imposible sin el concurso de todos los actores implicados: los países y sus gobiernos, las grandes compañías, las pequeñas empresas y, por supuesto, de cada individuo.

Los gobiernos tienen la primera palabra. En Andalucía, el Plan Andaluz de Acción por el Clima (PAAC), el instrumento general de planificación de la Junta de Andalucía para la lucha contra el calentamiento global que amplía la ley 8/2018 de Cambio Climático de Andalucía, acaba de salir a información pública. Hay razones para el optimismo porque la acción por el clima lleva mucho tiempo formando parte del día a día de la economía andaluza. La industria regional, por ejemplo, ha tomado la delantera y es un ejemplo de esfuerzo contínuo por la reducción de emisiones. Solo los polos industriales del Campo de Gibraltar y Huelva llevan décadas invirtiendo miles de millones de euros en unos planes medioambientales que ahora van más allá: eficiencia energética, economía circular, reciclaje y reutilización… El sector energético, que es el que más contribuye en las emisiones de CO2 a la atmósfera debido a su procedencia de combustibles fósiles, también ha canalizado en Andalucía gran parte de sus inversiones más verdes. A fecha de enero de este mismo año, las renovables andaluzas registraban una producción cercana al 40% del total de la generación eléctrica en la región. Según los datos de la Agencia Andaluza de la Energía las energías renovables acabaron 2019 con 1.112 nuevos megavatios, lo que supone una potencia renovable total de 7.512,8 megavatios (un 18% más que en el año anterior). Las previsiones apuntan a que Andalucía seguirá siendo una potencia nacional en renovables. Actualmente hay proyectos de inversión de grandes compañías que superan los 17.000 millones de euros, y la aspiración andaluza es casi cuadruplicar la actual potencia hasta superar los 25.600 megavatios en el horizonte del año 2030, nada menos que el 45% del objetivo marcado en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec). El cambio de paradigma energético en Andalucía va más allá de las grandes empresas del sector. Según los datos de la Agencia Andaluza de la Energía, el número de instalaciones en autoconsumo (de consumidores de la red eléctrica que generan su propia electricidad de fuentes renovables) superó al cierre de 2019 la cifra de 2.700, multiplicado por siete el número de instalaciones que había en 2018. En 2017 había 134. En total, son más de 32 megavatios en instalaciones fotovoltaicas para autoconsumo en la región.

También las pymes

La pyme andaluza tiene también mucho que decir sobre su compromiso con la Acción por el Clima. A sabiendas de la importancia estratégica que económica y socialmente tiene la implementación en la sociedad andaluza y sus empresas de la Agenda 2030, la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) se ha lanzado a liderar la iniciativa empresarial a través de un ente operativo que lidere dicha actuación: el OECA (Observatorio Empresarial para la Consecución de la Agenda 2030), un Observatorio económico, empresarial y social que se encarga de coordinar las actuaciones del sector privado para el cumplimiento de los ODS y que tiene como objetivo esencial el de facilitar un entorno favorable al crecimiento sostenible de las empresas andaluzas canalizando acciones a través de foros de debate, representación institucional o iniciativas de promoción en el empresariado, entre otras cosas.

A nivel individual son miles las pymes andaluzas que están poniendo de su parte, no sin dificultad en algunos casos, en esta carrera contra el calentamiento del planeta. Tecnología e ideas, unas más grandes y otras más pequeñas, pero todas necesarias, que van desde la adquisición de flotas de vehículos ‘verdes’ hasta cambios más sencillos como el uso racional del agua, las acciones de reciclaje o la reducción en el consumo de energía en las oficinas. La empresa andaluza es cada más consciente de que el cambio climático puede impedir el desarrollo sostenible de la sociedad y de sus propios negocios, por extensión, pero también de que se puede, incluso se debe, plantear como una oportunidad de mercado y de mejora de la competitividad. Una oportunidad, en definitiva, de transformarse en una empresa mejor construir un mundo mejor.

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