Tu móvil también sufre con el calor: cinco claves para que sobreviva al verano

El termómetro no da tregua. Con temperaturas que superan los 40 grados en gran parte de la Península, no solo nosotros buscamos refugio del sol abrasador: nuestros smartphones también necesitan protección.

Aunque parezcan resistentes, estos dispositivos que nos acompañan a todas partes sufren más de lo que imaginamos cuando el mercurio se dispara.

Los datos son elocuentes: el uso intensivo de un móvil en ambientes calurosos puede mermar hasta un 20% la capacidad de su batería en un solo verano. No se trata solo de molestias temporales, sino de daños permanentes que aceleran el envejecimiento del dispositivo y pueden llevarnos a un cambio prematuro.

"El calor extremo es un enemigo silencioso", explican desde la tecnológica española SPC. "Provoca la degradación de las baterías, ralentiza el procesador y puede generar fallos que, en muchos casos, son evitables con precauciones básicas".

Los riesgos del verano tecnológico

La lista de accidentes veraniegos que sufren nuestros dispositivos es extensa: caídas al agua durante un baño, arena que se cuela en los altavoces, crema solar que ensucia la pantalla o, el más frecuente, el sobrecalentamiento por exposición directa al sol.

Durante los meses estivales, los servicios técnicos registran un notable incremento de reparaciones relacionadas con estos problemas. La mayoría podrían haberse evitado siguiendo recomendaciones sencillas que no requieren grandes esfuerzos ni inversiones.

Cinco consejos para un verano sin averías

Estas son algunas claves que los expertos de SPC nos dan para proteger nuestros móviles del calor y que sobrevivan en perfecto estado al verano

Busca la sombra (también para tu móvil)

Como nosotros, los smartphones son vulnerables a los rayos solares.

Evita dejarlo sobre superficies expuestas al sol directo: la toalla en la playa, el salpicadero del coche o la mesa de la terraza pueden convertirse en auténticos hornos.

Si no puedes evitar usarlo bajo el sol, reduce el brillo de la pantalla y activa el modo avión para minimizar el calentamiento.

Agua sí, pero con precaución

Desde junio, la normativa europea exige que todos los nuevos smartphones cuenten con certificación de resistencia a gotas y salpicaduras.

Sin embargo, el agua salada del mar y el cloro de las piscinas pueden dañar los componentes internos.

La regla de oro: nunca toques el móvil con las manos húmedas, especialmente si vienes del mar.

Desconecta lo que no uses

Bluetooth, WiFi, GPS... todas estas funciones trabajan en segundo plano y generan calor adicional.

Desactívalas cuando no las necesites para reducir la carga de trabajo del procesador y, de paso, ahorrar batería.

Cuidado con las redes gratuitas

Los hotspots públicos de chiringuitos, centros comerciales o espacios de ocio pueden ser tentadores para ahorrar datos, pero también son el territorio favorito de los ciberdelincuentes.

Limita su uso a redes de confianza contrastada, como las de hoteles establecidos o aeropuertos.

Arena y crema solar: enemigos ocultos

Ambos elementos, omnipresentes en nuestros veranos, pueden causar estragos.

La arena se introduce en puertos de carga y altavoces, mientras que los componentes químicos de las cremas solares pueden interferir con el funcionamiento de la pantalla táctil.

La solución más efectiva: guarda el móvil en una bolsa cerrada dentro de tu mochila cuando estés en la playa.

Prevenir es más barato que curar

Con estos consejos básicos, es posible llegar al otoño con el smartphone prácticamente intacto. Una inversión mínima en prevención puede ahorrarnos el disgusto y el gasto de una reparación costosa, o peor aún, la necesidad de cambiar el dispositivo antes de tiempo.

Porque si el calor ya nos resulta suficientemente agobiante, al menos podemos evitar que nuestro móvil sea otra víctima del verano.