La política en el Festival

Eurovisión, la fiesta del boicot y las tolerancias

  • Las protestas eurovisivas contra Israel no son nuevas, el enfrentamiento de Rusia contra Ucrania o Georgia y la desintegración de Yugoslavia también se reflejaron en el festival que acogió a la dictadura franquista

Los trovadores de Dubrovnik, los representantes yugoslavos en 1968

Los trovadores de Dubrovnik, los representantes yugoslavos en 1968 / EFE

Desde que en 1973 fuera aceptada la participación de Israel en Eurovisión, un respaldo geoestratégico, su participación siempre ha estado cuestionada por el permanente enfrentamiento con Palestina. La victoria de Netta el pasado año ya se sabía que iba a acarrear polémica segura. El boicot no ha ido a mayores porque se evitó la sede de Jerusalén (que sí acogió el festival de 1979 y 1999, tras la victoria de Dana International, celebrada incluso por los palestinos). Los países musulmanes siempre han rehusado estar en el festival por esta presencia israelí.

En 1980 la cadena hebrea renunció a la gala por celebrarse en el Día del Holocausto y supuso la única participación de Marruecos. Aquel festival del 80 debió haberse celebrado de nuevo en Israel y la obligación fue asumida voluntariamente por los Países Bajos, de ahí que la vislumbrada victoria neerlandesa de 2019 se contemple como una compensación por aquel servicio.

El grupo israelí, de origen yemeni, Alphabeta, ganadores del Festival de 1978 El grupo israelí, de origen yemeni, Alphabeta, ganadores del Festival de 1978

El grupo israelí, de origen yemeni, Alphabeta, ganadores del Festival de 1978 / EFE

Turquía fue el único país de mayoría musulmana que participó en la cita musical aunque durante años hizo visible sus rencillas contra Grecia en el escenario. Los turcos debutaron con un último lugar, aprovechando en 1975 la ausencia helena. En 1981 se estrenó el país que era motivo de disputa: Chipre. Entre greco-chipriotas y griegos se intercambian los 12 puntos en estas décadas. En el presente siglo la puntuación máxima del televoto español recaía de forma recurrente en Rumanía.

La Guerra Fría musical

Con Estados Unidos estimulando cualquier iniciativa que supusiera fortalecer el bloque occidental europeo en la posguerra, Eurovisión se convirtió rápidamente en los años 50 en un club musical de las democracias de Europa. Una fiesta en la Guerra Fría que llegó a interesar a la propia URSS, que a partir de 1970 retransmitió esta competición de canciones que terminó siendo una cantera de países, cantantes y televotantes remotos. Ni siquiera el Festival de Intervisión, revisión del de Sopot (sopor), que celebraron los países tras el Telón de Acero entre 1977 y 1980, le hizo una mínima sombra al foro donde se codean Reino Unido, Francia, Italia, Suecia y otras potencias del pop comercial. Eurovisión tiene una capa interior política que se esconde tras las lentejuelas y de ahí que entre boicots, integraciones y propagandas a lo largo de estos 64 años ha habido tiempo e historias para todo.

Conchita Bautista, la primera representante española, en 1961 Conchita Bautista, la primera representante española, en 1961

Conchita Bautista, la primera representante española, en 1961 / EFE

Como club televisivo de las democracias España no debió haber participado hasta entrados los 70 pero en el ambiente de la Guerra Fría la dictadura franquista, la del Vigía de Occidente, fue invitada a integrarse y airearse entre las partituras de la Comunidad Económica Europea. El jurado alemán fue durante años nuestro más firme admirador. España nunca ha ejercido el boicot pero sí fue boicoteada: en 1969 Austria se negó participar en Madrid.

Desde 1961 TVE se sumó como una más a la fiesta, llegando su primera victoria en el Londres del 68 para dar paso en 1969 al primer acto internacional en el que Europa integraba abiertamente a un Franco dispuesto a firmar la Ley de Sucesión. Cuando TVE retransmitió aquel acto de las Cortes con el futuro Rey quien dirigía la cadena pública era Adolfo Suárez.

España pudo debutar en Eurovisión porque iba de la mano de otra dictadura: la de la Yugoslavia de Tito, un acercamiento al campeón de los no alineados. Cuando en 1964 se incorpora el Portugal salazarista un espontáneo danés salió con una pancarta contra las dictaduras ibéricas.

Yugoslavia, aquel país de intersecciones

Como el Trío Calaveras, Tito, Salazar y Franco eran tolerados por las democracias occidentales, como mostraba el alegre solfeo primaveral. Lo de Yugoslavia concluiría mal pero en sus años de participación le dio tiempo de acuñar el primer icono gay del festival, con la actuación de los Trovadores de Dubrovnik, en 1968; se pasó después al festival comunista de Intervisión, y pudo regresar y ganar en vísperas de la caída del muro de Berlín. En 1989 vencieron los croatas Riva y en el 90 (con las Azúcar Moreno peleadas con la música en play back) Zagreb acogió por Yugoslavia un festival donde Noruega quedó última con La puerta de Brandenburgo y la Alemania a punto de unificarse cantaba Vivir libremente. Con el invento de Tito saltando por los aires Israel dio el único punto a la canción yugoslava de 1991 y en plena guerra se despedía del festival en 1992 (con una canción erótica) hasta volver en 2004 como Serbia y Montenegro. Participaron dos años, en uno fue un serbio y en el otro un grupo montenegrino. En 2006 no intervino porque las dos repúblicas se estaban divorciando y cuando Serbia debutó como tal en 2007 venció de calle con el himno LGTB de Marija Serifovic.

Marija Serifovic en su actuación en el Festival de 2007, debut y victoria de Serbia Marija Serifovic en su actuación en el Festival de 2007, debut y victoria de Serbia

Marija Serifovic en su actuación en el Festival de 2007, debut y victoria de Serbia / EFE

La regeneración oriental se fue contemplando durante los años 90 en este escaparate de Eurovisión. En el 93 con la defenestración serbia habían debutado los trozos desperdigados de Yugoslavia: Eslovenia, Croacia y Bosnia (enviando sus votos desde la sitiada Sarajevo). Y en el 94 aquella URSS que le encandilaba ver Eurovisión se estrenó como Rusia en el Festival junto a un puñado de países del Este, incluidas dos de las repúblicas bálticas.

Ucrania, que debutó con victoria en 2003 (otra forma de invitarla a entrar en la órbita de la UE), ha tenido sus fricciones eurovisivas con Rusia. Hace dos años vetó la entrada de la cantante rusa y en esta edición no participa por la renuncia de sus representantes por no verse privados de actuar en el gigante vecino. Georgia, en plena guerra contra la prorrusa Osetia, en 2009, fue descalificada por intentar enviar la canción We don’t wanna Put In.

Al margen de la política sólo se registra un boicot contra la propia organización de la UER: la de 1970. Aquel año se quedaron en casa Finlandia, Noruega, Suecia, Portugal y Austria (otra vez),como queja por la cuádruple victoria de 1969. Todavía hay versiones que aseguran que aquella broma de los cuatro ganadores fue una sutil protesta contra Franco.

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