De la TV analógica a la digital: crónica de un relevo anunciado

Juan Montabes Pereira, Presidente Del Consejo Audiovisual De Andalucía

22 de julio 2009 - 09:39

El pasado 30 de junio comenzó la Fase I del Plan Nacional de Transición a la TDT. De los 152 municipios andaluces inicialmente afectados por esta fase, tan sólo cinco sufrieron el esperado apagón en la fecha prevista, mientras que el medio centenar de municipios lo harán hoy mismo y el resto, en octubre. Incluso con estas moratorias, debidas principalmente al incumplimiento de los requisitos mínimos del Ministerio de Industria, el proceso de migración de la tecnología analógica a la digital es imparable. Ante este relevo, consensuado en el marco de la UE y asumido por todos los agentes del panorama audiovisual, cabe hacerse una sencilla pregunta ¿Merece la pena el tránsito a la TDT? Los telespectadores lo tienen claro, están dispuestos a asumir el paso a la nueva tecnología siempre que goce de ventajas como la mejor calidad de imagen y sonido, la mayor oferta de canales o la oportunidad de acceder a una televisión interactiva, y así lo piensa el 74,8% de la población andaluza que dispone de TDT, según datos del Barómetro, edición 2009, elaborado por el Consejo Audiovisual de Andalucía (CAA).

Pero los usuarios de televisión no son los únicos viajeros en este trayecto, los operadores navegan en aguas, posiblemente, más turbulentas. El número máximo de licencias de televisión local a conceder en Andalucía es de 248, entre públicas y privadas. Teniendo en cuenta que actualmente en la Comunidad Autónoma emiten cerca de 400 televisiones locales, muchas de dudosa legalidad, se nos sugiere que la migración de analógico a digital no será de suma cero. Todo operador sin licencia está abocado a abandonar el espacio radioeléctrico para, en primer lugar, dejar la plaza libre a los operadores que, en igualdad de condiciones, han obtenido el correspondiente título y, en segundo lugar, para permitir el desarrollo de nuevos servicios de acceso a contenidos audiovisuales y de telecomunicaciones, gracias al aprovechamiento de un espectro con frecuencias disponibles. La explotación de este dividendo digital es una prioridad de la política de telecomunicaciones de la UE y abre la puerta a un universo de posibilidades.

La regularización en la que nos encontramos, de coste elevado pero necesario para poder configurar un panorama audiovisual andaluz homologable con el resto de nuestro entorno, también se ha visto perturbada por la espinosa situación económica al coartar proyectos audiovisuales de concesionarios que, aun habiendo obtenido la licencia, han renunciado. En este contexto las Administraciones Públicas, comprometidas con el escenario actual, están adoptando medidas dirigidas a impulsar la migración a la tecnología digital mediante incentivos, asesoramiento y acciones de difusión, formación y sensibilización.

Pero toda información es poca y las incertidumbres no son menos. Sin ir más lejos el CAA, en su cometido de asesorar a las corporaciones locales ha recibido solicitudes de información por parte de municipios significativos, en las que se plantean, por un lado, dudas técnicas sobre cobertura y adaptación y, por otro lado, cuestiones administrativas y legales relativas al arbitraje y resolución de conflictos o a la relación entre operadores públicos y privados. Hoy por hoy, en la antesala de la desaparición de la televisión analógica en Andalucía, vivimos una situación audiovisual expectante, pero sería de ingenuos pensar que somos los únicos.

En mi opinión, este es sólo el principio de un nuevo modelo de televisión al que llegaremos con éxito, pero que requerirá una legislación renovada, un cambio de mentalidad de los telespectadores, una mayor capacidad emprendedora por parte de los operadores, el establecimiento de un límite entre el papel de las televisiones públicas y las privadas y una reformulación de las técnicas de comercialización existentes.

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