TV-Comunicación

6 años en el mando

  • La Sexta recala en A-3 tras una historia marcada por muchas pruebas de formatos y la losa de los derechos deportivos

El 23 de diciembre se cumplirán 6 años de la primera aparición en la pantalla del logo de La Sexta, en un bucle emitido en la TDT, que anunciaba la puesta en marcha de la "cadena de las productoras". La televisión hecha por la gente de la televisión. Seis años después, y a la espera del visto bueno de las autoridades de Industria y Competencia, La Sexta y su grupo de canales se integran en el organigrama de Antena 3, en una compra sustanciosa para los de Planeta sobre los 200 millones de euros. La Sexta no pudo sobrevivir entre el mar de la fragmentación y la crisis. Sus (sólo) 80 trabajadores y su catálogo actual de programas pasan ya a la administración del grupo comprador y la directiva tendrá que rendir cuentas a la cúpula de Antena 3. Un sueño embarrancado por los costes económicos y que tendrá que reconfigurarse en este futuro próximo.

El 27 de marzo de 2006 arrancaba oficialmente la programación de un proyecto animado por el presidente Zapatero que iba a emitir en los estertores del mundo analógico y que comenzó a captarse en Andalucía en la TDT. No sabe, no contesta, con Miki Nadal, fue su primer concurso. Nombre sintomático. Florentino Fernández fue el primer rostro de una cadena de buen rollo, de talante, llena de entretenimiento, como concebía el consejero delegado, José Miguel Contreras, y que tenía su buen reflejo en el presidente, Emilio Aragón, puesto honorífico para quien animara las noches con las improvisaciones de Los irrepetibles.

Más que improvisación, a La Sexta nunca le faltó entusiasmo: ganas de hacer cosas distintas. Aunque en realidad hicieran lo que ya hacían los otros. Pero con otro estilo. A lo largo de estos años estrenó realities como El aprendiz; talent shows como El club de Flo; seriales juveniles como SMS (con Amaia Salamanca); series cazadas desde internet como Qué vida más triste; dramedias como Buenagente; o programas del corazón como Celebrities, con Martina Klein. Y todo un anti-programa del corazón, Sé lo que hicisteis.

Este espacio de Globomedia, nacido en un rincón, rescataba a Patricia Conde. Era una cosa modesta, de relleno nocturno. Pero la química surgió con la afilada lengua de Ángel Martín. Fue creciendo, más bien ensanchándose, en equipo, horas y días. Y nada se escapaba a la guasa. En noviembre de 2008 Telecinco, al que La Sexta dejaba en evidencia en sus chistes (y sobre todo en las subastas por los derechos deportivos), recibía el respaldo judicial para que sus imágenes no fueran usadas en la competencia. Era el principio del fin de SLQH. Y en cierta medida de La Sexta. La audiencia de la sobremesa fue menguando y con ella, la cuota diaria de la cadena. En mayo de 2010 alcanzaron su máximo: 7,7% de cuota. Y a partir de ahí, un declive insalvable, con los ingresos reduciéndose peligrosamente. El programa con la fichada Pilar Rubio que descubrió los fallos y miserias de la competencia fue la revelación de un 6 al que tan sólo le funcionaba realmente el deporte. Mediapro, accionista principal, contaba por fin con su plataforma mediática, y fundaba su canal de pago en la TDT, Gol TV, para plantar cara a su rival, Sogecable, Audiovisual Sport. Llegó la guerra del fútbol y aquel tira y afloja entre Prisa y Mediapro se solventó años después. Realmente en esta guerra sólo hubo perdedores, en mayor o menor medida.

La Sexta rescató del baloncesto del Plus a Andrés Montes y el regordete mulato no dejaba indiferente con sus tikitakas. "La vida puede ser maravillosa", proclamaba en sus narraciones de fútbol y ba-lon-ces-to (qué mundial aquel de 2006). Y Montes apenas sobrevivió unas semanas a su cese en 2009. En su redacción estaba una morena llamativa, Sara Carbonero.

La cadena informal, con El intermedio como icono, nunca renunció al filón de los frikies. Por sus programas pasaron Cañita Brava, jurado en Sabías a lo que venías, de un extrañamente gris Santiago Segura; Pocholo, el de la mochila, en sus excursiones por Ibiza; o Carmen de Mairena antes de iniciar su carrera política. Y sus informativos siempre tienen algo de frikie. Comenzaron tras el Mundial en el otoño 2006, con la tertulia política añadida de sus presentadoras, reunidas en Sexto sentido. El director del canal, Antonio García Ferreras, se metió en los meses críticos en la trinchera con Al rojo vivo. La programación matinal de estrellas nunca llegó y los cocineros como Eva Arguiñano y Bruno Oteiza también nutrieron el canal Hogar 10 antes de recalar en La Sexta 2, hija añadida al cine de La Sexta 3.

En La Sexta apelaron al espíritu El club de la comedia, del concurso VIP o de Caiga quien caiga. Fue el refugio de Buenafuente (socio de la casa, con proyectos como el más que erótico Todos ahh cien). De la cuadrilla de Andreu falló Berto en solitario, pero encumbró al alumno aventajado, Jordi Évole. Mucho que perder, poco que ganar fue el último estreno fallido antes de la compra. Lo intentaron, bien lo sabe la socia capitalista, Televisa. Pero aquel nombre tiene, en fin, mucho de resumen de estos seis años.

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