El reality nudista Adán y Eva no deja indiferente a ningún espectador. En la tercera entrega de esta noche convivirán desnudos en las playas croatas un socorrista gaditano, Carlos, y una vasca, Maite, de Bilbao. Ocho apellidos vascos al desnudo. Y de testigo, la presentadora, Mónica Martínez.

-¿Cómo han convivido un gaditano y una vasca en cueros?

-Han creado una historia de amor. Él es un romántico, y ella es fría y tozuda. Veremos qué sale de ahí.

-¿Cuánto tiempo ha estado conviviendo con todos los nudistas?

-Han sido 42 días, durante este verano. Un lugar precioso, pero todo el día trabajando.

-¿Se pueden esconder secretos cuando uno va desnudo?

-Se pueden esconder muchos secretos. Siempre llevamos cosas ocultas y con la ropa solemos ocultar también otros secretos nuestros. Adán y Eva es así: no hay nada que cubrir ni nada extra con lo que seducir.

-¿Se puede crear magia fácilmente cuando una pareja se ha visto desnuda desde el primer momento?

-Pues por lo visto en las parejas que han surgido es fácil volver a crear magia. Pero yo diría que es difícil seducir a alguien que ya te ha visto desnuda.

-¿No sería más cómodo que se pixelaran los genitales?

-Desde el primer momento no íbamos a pixelar nada. No nos centramos en los genitales. Queremos crear relaciones y ver cómo evolucionan. El equipo de realización es excelente y ha intentado buscar los planos más bellos y menos incómodos para todos. Totalmente desnudos los personajes están vivos. Si se pixelaran los genitales esto ya no sería lo mismo.

-¿Cómo lo han pasado los participantes?

-Han sido diez entregas interesantes donde en cada ocasión ocurren cosas nuevas. Hay varias chicas que lo pasaron mal para desnudarse, pero todos se fueron acomodando con los días. Cada historia son unos cuatro días de convivencia.

-¿Se pondría usted desnuda ante las cámaras?

-No, porque yo no estoy a la búsqueda de un amor. Entiendo que hay que ser muy valiente para presentarse a este programa.