Aromas de toreo puro
Curro Vázquez, apoderado de Cayetano, y Manzanares, que torea hoy en Los Califas, en el callejón, y Espartaco, en el tendido; vaya cartelazo si fuera posible; cómo olía a torero en la plaza de Los Califas
Media entrada son unas 7.000 personas en Los Califas pero había tres de estos asistentes, amén de los que estaban en el ruedo, que llevaron el aroma. Tres que sepamos, porque igual había más. Pero tres toreros tres impregnaron ayer de aromas toreros el ambiente de Los Califas. Sin desmerecer a los tres actuantes, los tres que anduvieron ayer por la plaza son los dueños de tres tarros de esencias, cada uno a su estilo, pero tarros de perfume torero al fin y al cabo. Curro Vázquez, el apoderado de Cayetano, muy criticado en estos tiempos porque dicen que anda escogiendo en el campo toros que salgan buenos y no den problemas a su torero, marchaba solemne y con preocupación por entre barreras porque las cosas no le salían bien a este Rivera. Curro alternó muchas tardes con el padre de Manzanares, pero el que parte ahora la pana es el hijo, que también estuvo en la plaza, y cuando llegó, una brisa impregnada de toreo llenó la plaza. Torero, torero. Hoy hace el paseíllo en Córdoba. A ver si tiene suerte. Y en el tendido el gran Espartaco. Sorprendió verlo en los vomitorios del cuatro como escondido, para que no le dieran mucho el coñazo, que ya se sabe cómo son las pasiones en esto del mundo del toro.
Y por si el aroma a torero estaba huérfano, también andaba por allí Vicente Amigo, que ya se sabe que la guitarra flamenca es mucho mejor compañera para el compás del toreo que los dichosos y repetitivos pasodobles.
En fin, que el aroma a torero lo completó José Luis Moreno poniendo la olla a hervir en el ruedo y aquello se transformó. La duquesa de Alba no tenía manos de tanto aplaudir y Lucas Alcaraz, un fijo en los toros, no se perdió un detalle de semejantes perfumes. Quizá el viento fue el que llamó a José Antonio Nieto al tendido 1 de la plaza. El alcalde electo de Córdoba debe andar ya más relajado tras el trajín de los fastos electorales y ayer acudió acompañado a la plaza con el gran Ricardo Rojas, habitual en esta y en otras plazas; por Lola, su señora, y por Miguel Ángel Torrico, que también estaba su mujer, que se llama Eva. Y es que los cinco son aficionados, incluso el nuevo alcalde es partidario y amigo personal de José Luis Moreno. En esto ha hecho una buena elección. Está claro.
Un gremio que se aprovecha de los aromas toreros y, sobre todo, de otros más condimentados es el hostelero. Ayer estaban en los tendidos el presidente de Hostepor, Antonio Palacios, que conjuga el aroma de los fogones con el de torero, porque él lo fue, al menos novillero, y el vicepresidente de esta patronal, Alberto Rosales.
Y para rematar, dos toques de atención. Uno para quien corresponda: los fotógrafos están enfadados porque tienen dificultades para moverse entre toro y toro para hacer su trabajo, que luego ilustra estas crónicas. Siempre pudieron hacerlo; ¿por qué ahora no? El segundo toque es para darles un aviso acerca de las tertulias que organiza la Unión de Abonados de Córdoba en el hotel AC Palacio cuando terminan las corridas. Tienen caché y están revitalizando el necesario debate que gira alrededor de la Fiesta. Enhorabuena porque allí también huele a torero cuando cae la noche.
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