Carretero, temple exquisito en su debut en Valencia

Diego Carretero, en un desplante ante el segundo novillo de El Parralejo.
Diego Carretero, en un desplante ante el segundo novillo de El Parralejo. / Juan Carlos Cárdenas / Efe
Luis Nieto

14 de marzo 2017 - 02:34

Increíble. En un día de lluvia, viento y frío en Valencia, a las cinco en punto de la tarde, la joven terna compuesta por Leo Valadez, Diego Carretero y Jorge Rico hacía el paseíllo en una tarde de perros tras achicar agua a mansalva los operarios para acondicionar lo mejor posible el piso de plaza. Para colmo, fue comenzar el festejo y volver a llover intermitentemente. Como es lógico, los tendidos estaban totalmente despoblados.

La novillada de El Parralejo, bien presentada en conjunto y de juego desigual, no fue aprovechada del todo. Con otra climatología -el viento fue una pesadilla- y en manos más expertas, el encierro hubiera ganado en cuanto a juego. Diego Carretero, quien cortó una oreja, gustó por sus maneras y su exquisito temple. Valadez salió a flote por oficio. Y a Rico se le apreció que está todavía sin placear.

El albacetense Diego Carretero dejó una gratísima impresión en su debut en Valencia. Hubiera cortado una oreja en su primer novillo si hubiera matado adecuadamente. El astado, bien hecho, dejó mala impresión en los primeros tercios, incluso se dolió en banderillas. Pero en la muleta, con nobleza, fue a más. Carretero, desarmado en el capote, manejó la franela con suavidad y criterio. Brilló especialmente en una tanda diestra, bajando la mano, y en dos series de naturales despaciosos. Epílogo precioso a dos manos. La rúbrica, un bajonazo, le dejó sin trofeo. Dio una vuelta al ruedo por su cuenta tras petición de oreja.

Ante el quinto, un novillo también serio, Carretero brilló especialmente al natural, con muletazos sueltos de calidad y buenos pases de pecho. Hubo mando y seriedad en todo cuanto hizo, incluido un circular en el que llevó embebido y hasta mimado al novillo. En esta ocasión mató de estocada certera para ganar una oreja.

Al mexicano Leo Valadez, el más placeado y que abría plaza, se le vio con oficio y soltura. Molestado por el viento, realizó una faena desigual a su primer novillo, manejable y que fue a menos.

El cuarto novillo, muy bien presentado -prácticamente un toro-, fue aplaudido de salida por su trapío. Muy serio en sus embestidas, especialmente por el pitón derecho. Valadez sorprendió con un airoso quite por zapopinas y porfió en una faena en la que sufrió una terrorífica colada por el derecho y que aderezó con algunos remates buenos. Mató de estocada defectuosa tras echarse fuera.

El alicantino Jorge Rico, que también se estrenaba en esta plaza y llegaba con otra novillada como único bagaje, la de su presentación con picadores el año pasado en Alicante, no pasó de voluntarioso en sus trasteos y con la espada lo pasó mal, ya que se queda en la cara del toro en la suerte suprema. Ante su primero, muy molestado por el viento, se esforzó por agradar ante un astado complicado en una labor con varios desarmes. Con la espada marró varias veces. Al buen sexto le castigaron en exceso. Aún así tuvo fondo. Rico realizó una labor muy larga y con altibajos que tampoco remató bien.

Lo más significativo en una tarde despreciable en lo climatológico fue el temple exquisito del manchego Diego Carretero. quien apunta muy buenas maneras.

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