El Cid, en busca del sitio, y un Perera de valor descomunal
El saltereño cobra el único trofeo de la tarde gracias a su toreo al natural y el extremeño sale vivo de milagro · Daniel Luque, de nuevo ante un pésimo lote
GANADERÍA: Se estoquearon hasta ocho toros. Cuatro de ellos de la ganadería titular, Puerto de San Lorenzo -lidiándose el quinto como segundo bis¡, al correrse turno; un sobrero de Salvador Domecq, como tercero bis; y otro de Carmen Segovia, en quinto lugar. Primero y cuarto, con calidad. TOREROS: Manuel Jesús 'El Cid', de azul y oro. Dos pinchazos y estocada (silencio). En el cuarto, estocada trasera y descabello (oreja). Miguel Ángel Perera, de azul y oro. Pinchazo y casi entera (saludos tras aviso). En el quinto, pinchazo, estocada y dos descabellos (palmas tras aviso). Daniel Luque, de verde y oro. Pinchazo y pinchazo hondo (silencio). En el sexto, estocada (palmas). INCIDENCIAS: Plaza de toros de Las Ventas. Jueves 19 de mayo de 2011. Casi lleno. Joselito Gutiérrez y Guillermo Barbero saludaron en banderillas. Duración excesiva: dos horas y media.
Manuel Jesús El Cid, quien contó con el mejor lote de la corrida, quedó como triunfador gracias a su mano izquierda, en un festejo extraño marcado por varias devoluciones, una duración excesiva -dos horas y media- y un milagro: la salida por su propio pie de Miguel Ángel Perera, quien sufrió una de las cogidas más aparatosas de este San Isidro.
El Cid, que en su anterior paso por Las Ventas había naufragado, volvió a encontrarse con su fuerte, el toreo al natural. Sucedió ante el cuarto, un toro bravo y noble, que pese a un costalazo tremendo en el tercio de banderillas, embistió con clase. El saltereño, en una faena medida, antes de que se rajara el astado, cuajó un par de series al natural de calidad, una de ellas cerrada con un farol y un pase de pecho, que terminó con un desplante de rodillas frente al toro. Mató de estocada trasera y descabello y fue premiado con una oreja. Ante el que abrió plaza, muy blando, pero nobilísimo, El Cid pasó inadvertido.
Miguel Ángel Perera dio una dimensión enorme de valor. El extremeño se la jugó sin trampa ni cartón ante un mal lote. El segundo toro, inválido, fue devuelto. En su lugar, salió un galafate feísimo, manso, que se metía una barbaridad por ambos pitones. Perera, muy serio, con agallas, se fue imponiendo al toro, que se le coló varias veces hasta que llegó a atraparle en un pase de pecho. El bicho le lanzó por los aires y cuando Perera caía a plomo para partirse el cuello, la fiera lo arrojó hacia el cielo de nuevo y las veletas y astifinas dagas le rajaron la taleguilla y le amenazaron la yugular. El torero se libraba milagrosamente de una cornada funesta y se levantaba con resolución para coger la muleta y continuar toreando como si nada hubiera sucedido. Derroche de valor que apenas fue tenido en cuenta por el público, que ovacionó al torero tras matar de pinchazo y casi entera. El quinto, un sobrero de Carmen Segovia al haber corrido turno el espada, era toro bien armado y exigente. Perera, que sobrepuso a su ajada talequilla unos vaqueros azules, asustó de nuevo con un comienzo de faena trepidante, con un péndulo por la espalda en los medios. La labor, entre sobresaltos, acabó en un serio arrimón y el de Puebla del Prior pasaportó a su oponente sin acierto en la suerte suprema.
Daniel Luque, quien hasta el momento ha contado con una pésima suerte en sus lotes, fue el diestro que manejó ayer con mejor y mayor soltura el capote. El gerenense se lució especialmente en un bello ramillete de verónicas al sexto. Su primero lo devolvieron por inválido y en su lugar saltó el segundo sobrero, un toro muy astifino de Salvador Domecq. Luque se esforzó en un trasteo en cercanías ante un animal sumamente descastado y aplomado. El flojísimo sexto, aunque lo cuidó en el caballo, no tuvo recorrido y el sevillano, en las afueras, porfió en una labor correcta, pero sin eco en los tendidos.
La salida de la plaza monumental de los tres toreros cantaba lo sucedido. El Cid, que luchó al natural por reencontrarse, era ovacionado cariñosamente por el público. Las palmas acompañaban a un Perera que miraba al cielo, como agradeciendo su salida por su propio pie tras la espeluznate cogida que había sufrido. Y el joven Daniel Luque salía cavilando sobre los designios que ha sufrido en los sorteos en la presente temporada.
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