Historias taurinas
Antonio Bienvenida: a 50 años de una retirada
Tarde triunfal la que se vivió ayer en la plaza de toros de San Roque. Una de esas tardes en las que el público se divierte a su manera. Y es que ver una plaza llena en los tiempos que estamos tiene mérito. Y el mérito se le atribuye a una terna, que a pesar de que a muchos puristas del toro no les agrade mucho, es una de las que a día de hoy atrae público a las plazas. El Cordobés, Padilla y El Fandi si no existieran habría que inventarlos. ¿Y por qué? Porque ofrecieron un gran espectáculo y el público vibró en cada toro. Porque los tres matadores lo dieron todo a su manera. Y no olvidemos que la entrega y la generosidad son algunos de los valores que estamos perdiendo en nuestra sociedad. Y porque llenaron la plaza. No nos olvidemos, que la crisis también afecta a los toros.
Padilla es todo corazón. Y eso se ve dentro y fuera de la plaza. Cuajó una gran faena a su segundo, un toro noble y con transmisión de El Torero, al que se le perdonó la vida. El de Jerez firmó un trasteo variado por ambos pitones. No faltó el comienzo de faena con las dos rodillas en tierra y los molinetes del final, compaginando series de cuatro y cinco muletazos por ambos pitones. Y luego vino la polémica de si indultó sí, o indulto no. El presidente Tobalo Vargas aguantó tela ante una plaza que pedía el perdón al toro. Le mandó dos avisos a Padilla, que se negó a matar al de Domecq y el respetable cada vez más enfadado. Cualquiera no sacaba el pañuelo naranja. Amenaza de altercado público. Al final el presidente accedió.
El público lo pidió y el propio torero también. El debate será si le sirve luego al ganadero o no. Padilla paseó feliz las dos orejas y el rabo simbólico , pero será propuesto a sanción por negarse a matar el toro. La normativa está para cumplirla, otra cosa es que se aplique con sensibilidad o no. En fin, las cosas de siempre.
Otras dos paseó el jerezano en el quinto. Un toro con poca clase, que nunca venía entregado y al que Padilla entendió tapándole los defectos. Faena de recursos, donde no faltaron los desplantes y el arrimón entre los dos pitones.
El Fandi cortó tres orejas en su lote. Paseó las dos del tercero, un toro que se dejó y que, como toda la corrida se movió. Y eso en manos del granadino tiene más rédito. Poderoso en banderillas y con la muleta cuajó una faena por ambos pitones. Hizo lo que quiso con un animal entregado. Los molinetes de rodillas del final provocaron el delirio del público. Estocada y dos orejas.
En el sexto paseó un trofeo. Puso hasta cuatro pares de banderillas a un toro sin clase, que se movió, pero que no se entregó en la muleta. Y con el defecto de que cabeceaba en cada muletazo. Estocada y oreja.
El balance de El Cordobés también fue de tres orejas. Este es otro de los toreros que conecta rápido con el público y además lo da todo. El aficionado disfrutó del repertorio de este torero en sus dos toros. No le tocó el mejor lote a Díaz. En su primero, un toro bajo y de bonita lámina y sin clase, destacaron las series por el derecho. Quizá pecó de estar delante de la cara de un animal que no se entregó y que por el pitón derecho reponía. No faltó su tradicional salto de la rana y el desplante con una rodilla en tierra. Cortó una oreja.
El cuarto tampoco fue un toro que se entregó a la muleta de El Cordobés. El de Domecq no tuvo clase y en ocasiones reponía pronto. El diestro tiró de oficio en una faena de muleta variada y donde de nuevo la entrega y el pundonor fueron protagonistas. Estocada y paseó las dos orejas.
La terna salió en hombros del coso sanroqueño después de tres horas y media de un espectáculo lleno de entrega, corazón, de muchas orejas y sobre todo de diversión. El público paga y quiere pasarlo bien. Y es lo que hay.
Y está claro que ver una plaza llena como la de ayer es algo bonito y que hace falta en la Fiesta. Aunque para algunos puristas, la terna de ayer no les agrade mucho. Pero si no existiera habría que inventarla. El mérito fue de los tres toreros y de un empresario valiente y serio como Juan Reverte. Y esa entrega hay que reconocerla porque es de justicia.
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