Ponce y Marín, Puerta Grande en la Monumental de Barcelona

El diestro valenciano y el barcelonés cortaron cada uno dos orejas · José Antonio 'Morante de la Puebla' fue aplaudido en un toro y silenciado en el otro de su lote

Los diestros Enrique Ponce y Serafín Marín son paseados a hombros en la plaza de Barcelona, antes de su salida a hombros.
Efe / Barcelona

18 de julio 2011 - 01:00

GANADERÍA: Se lidiaron cinco toros pertenecientes a la ganadería de Juan Pedro Domecq y uno -el sexto- de Parladé, de la misma casa ganadera, que estuvieron aceptablemente presentados y que dieron un juego desigual. Los mejores, tercero y cuarto. El sexto, el más complicado. TOREROS: Enrique Ponce, pinchazo y estocada (palmas tras un aviso). En el cuarto, pinchazo y estocada (dos orejas). José Antonio 'Morante de la Puebla', pinchazo hondo (silencio). En el quinto, pinchazo hondo y ocho descabellos (palmas). Serafín Marín, estocada (dos orejas). En el sexto, estocada (ovación). INCIDENCIAS: Plaza de toros Monumental de Barcelona. Más de media entrada en tarde agradable. En cuadrillas, el banderillero Luis Carlos Aranda saludó en el sexto.

Los matadores de toros Enrique Ponce y Serafín Martín cortaron dos orejas cada uno y salieron a hombros de la plaza de toros Monumental de Barcelona, mientras que el sevillano José Antonio Morante de la Puebla se fue de vacío

Enrique Ponce, que tan sólo pudo estar en los detalles en su incierto primero, firmó una faena de altas cotas artísticas al cuarto, un buen toro del hierro de Juan Pedro Domecq al que toreó con la muleta con temple, plasticidad y suma elegancia por los dos pitones.

La faena resultó rotunda de principio a fin, amén de los remates y otros adornos como cambios de mano y trincherazos de especial aroma. Un epílogo con una serie de pases ligados en posición genuflexa -suerte conocida como la poncina-, caló mucho en los tendidos. El pinchazo previo a la estocada no fue óbice para que cortara las dos orejas.

A Serafín Marín le correspondió el mejor toro del envío, el tercero, al que instrumentó una notable labor sobre ambas manos. Muy bien Marín con un toreo de quietud, hondura y mano baja. Anduvo también acertado en la suerte suprema y paseó el doble trofeo.

El sexto astado fue el más complicado del encierro, un animal que nunca se entregó y muy cortito de embestida, con el que el catalán hizo un esfuerzo pero sin llegar a nada.

Morante de la Puebla fue una sombra. Ni un mínimo de compromiso en ninguna de sus dos faenas frente a dos toros en el límite de la raza con los que decidió no darse mayor coba, y abreviar. Solamente destacó en el saludo de capote a su primero y en algunos pases sueltos al quinto.

Al final, Enrique Ponce y Serafín Marín salieron por la Puerta Grande, mientras la afición los despedía a gritos de "¡libertad, libertad!".

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