LAS VENTAS | CORRIDA DE LA CULTURA EN SU PRIMERA EDICIÓN

Marín roza la Puerta Grande

  • El jerezano cuaja una faena excelsa al gran tercero y da una vuelta al ruedo tras fallar con la espada, cuando se prevía su salida a hombros

  • Morante y Cayetano, de vacío

El matador de toros jerezano Ginés Marín, en un remate al tercer toro.

El matador de toros jerezano Ginés Marín, en un remate al tercer toro. / paco campos / efe

La Corrida de la Cultura, en su primera edición, con Morante, Cayetano y Ginés Marín fue un éxito de público: No hay billetes. Y en el ruedo brilló sobremanera Ginés Marín, quien convenció nuevamente tras su salida a hombros isidril en un festejo con un encierro muy interesante de Núñez del Cuvillo en el que descolló el encastado y nobilísimo tercero y que se saldó sin trofeos.

Ginés Marín ratificó que merece un hueco entre los diestros cimeros por derecho propio. Cuajó una actuación completa y sólida ante su lote y no abrió la Puerta Grande por el fallo con la espada en su primero.

Corrida de Cuvillo, de muy interesante comportamiento, descollando el tercero

Ese tercer toro, un precioso salinero, astifino, fue materia maravillosa para el toreo por lo encastado y nobilísimo. Vamos, de los que descubren a un mal torero. Y Ginés Marín demostró que, pese a que acaba de tomar la alternativa, es ya una figura del toreo. Marín realizó una faena medida, con ligazón, variada y excelsa, que malogró con la espada. Tras un comienzo torerísimo, convirtió el tendido en un volcán por el que descendía una lava de olés. Con buena colocación, los muletazos templados, fueron largos e incluso añadió en las series, para alargarlas, recursos como en una de ellas en las que hilvanó un afarolado, un molinete y un pase de pecho. A ello añadió remates de toreo caro, como algún pase del desprecio. Pero falló con la espada y dejó de ganar probablemente dos orejas porque el público estaba enloquecido. Después de tres pinchazos y una estocada dio una vuelta al ruedo.

El que cerró plaza, con movilidad, embestía rebrincado. Marín, firme, elaboró con cabeza un trasteo muy meritorio, con muletazos limpios y mandones con la diestra, que calaron en el tendido. Por el izquierdo, el astado se quedaba muy corto. El jerezano, que dio una importante dimensión, cerró con unas arrojadas bernadinas y un pase de pecho de pitón a rabo. Estocada y tres descabellos y... ovación.

Morante de la Puebla, salvo algunos apuntes, quedó inédito. Se las vio en primer lugar con un gigantón, colorao, de 617 kilos. Toro bastote que no se empleó en los primeros tercios y al que zurraron duramente. El sevillano esbozó algunos muletazos con naturalidad en un trasteo sin relieve a un animal que embistió con nobleza. Mató de estocada y fue silenciado.

Al cuarto, un toro bien hecho, con movilidad y deslucido, Morante, que se marcó un par de verónicas asentadas y con compás, lo macheteó entre las protestas del respetable hasta ser pitado.

Cayetano, cumplidor, no llegó a aprovechar la calidad del segundo, un astado bajo, encastado, con un punto de flojedad y suma nobleza, ovacionado en el arrastre. El diestro realizó una faena con altibajos en la que lo mejor lo logró en una serie diestra con ligazón y en la rúbrica, una buena estocada, para una ovación como balance.

Cayetano comenzó su faena al quinto, un toro corniveleto, encastado y a menos, de manera explosiva, toreando de verdad con la diestra de rodillas. Lo mejor de este su segundo capítulo sucedió en el pique con el capote de unas apretadas chicuelinas de Marín, a las que respondió Cayetano con el quite de Ronda. Mató de estocada y descabello y fue ovacionado.

Ginés Marín fue el gran protagonista del festejo por una gran actuación que cerró besando un puñadito de la arena de Las Ventas, un idilio entre torero y plaza que acaba de comenzar.

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