"Mis aportaciones más grandes han sido innovar y ser fiel a mí mismo"

El diálogo con Paco Ojeda (Sanlúcar de Barrameda, 1955) es siempre apasionante. Como en su toreo, ata su verbo e ideas muy en corto y afloran los sentimientos. Distinguido por el Ministerio de Cultura con el I Premio Nacional de Tauromaquia, afirma momentos antes del regreso a su casa: "Estoy deseando compartir el tiempo con mis caballos. Estoy muy contento. Seguro que mis caballos notarán ésta felicidad".

-Paco, ¿ha superado los problemas de salud?

-He pasado una etapa dura. Cuando me extirparon el tumor en la médula, el 22 de julio de 2011, me quedó como secuela un problema en el pie izquierdo. No estoy bien. Pero espero que con este premio cambie totalmente la racha y empiece a ver la luz.

-Aún así ha conseguido ponerse un par de veces delante de becerras.

-Sí. El día que cumplí un año tras lo del tumor toreé una becerra en la finca de Litri para celebrar el cumpleaños. Y a los cuatro o cinco meses volví a torear otra.

-¿Volverá a vestirse de luces?

-No, hombre, no.

-¿Qué destacaría de lo logrado en su carrera?

-Estoy muy agradecido a todo. Supongo que he aportado, entre otras cosas, un toreo muy cerquita, con quietud, con el parón. En la época en la que lo hice -la década de los ochenta- había muy pocos. Fue como una innovación. Arriesgué. En ese momento fui criticado y también admirado. Lo bueno es no parecerte a nadie.

-¿Fue incomprendido por algunos?

-Yo fui fiel a mí mismo. Sentir ese calor del toro pasando cerca, codillear, fueron cosas que algunos quizás no lo entendieron en ese momento. Mis aportaciones más grandes han sido innovar y ser fiel a mí mismo. En aquel momento me pudieron crear dudas y que yo hubiera cogido el camino fácil, pero nunca dudé en seguir mi camino.

-Más tarde, algunos le copiaron.

-Estoy orgulloso de ello. Desde la perspectiva del retiro me gusta que haya toreros que apuesten por esa tauromaquia. Es una satisfacción.

-¿Quién se ha acercado más a su interpretación del toreo?

-Muchos que han pisado la línea de fuego. Ahora, para mí, ese torero es Miguel Ángel Perera.

-¿Cuál era la esencia de lo que quería transmitir con su toreo?

-Lo esencial del toreo es lograr que con tus sentimientos puedas crear emociones en el espectador.

-¿De qué se siente más orgulloso?

-De casi todo, aunque no se puede satisfacer a todos los públicos.

-El rejoneo y su pasión por los caballos.

-Fueron cinco años, en los que toreé 510 corridas de toros. No se le ha dado la importancia que tiene.

-Por último, ¿cómo vive su retiro y qué prevé para su futuro inmediato?

-¿El futuro?... Yo nunca he pensado en eso. Lo hago en el día a día. Quiero vivir como los pájaros en una rama, que rompen vuelo cuando les parece. Me gusta tener mi mente libre, que vuele hacia donde quiera.