Las diosas de Pilatos

Visitas teatralizadas

Fundación Casa Ducal Medinaceli y Engranajes Culturales enseñan el palacio desde los ojos de las mujeres que lo habitaron a lo largo de la historia

Visitas teatralizadas a la Casa Pilatos

La historia no sería igual sin las mujeres, incluso hay protagonistas femeninas con mucho peso en grandes acontecimientos de las que no se conoce ni siquiera el rostro. Una situación en la que viene a poner algo de remedio esta iniciativa para las noches de verano. En ella, la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, en colaboración y bajo la producción de Engranajes Culturales muestran la Casa de Pilatos con una mirada femenina.

Este palacio encierra tesoros y curiosidades que ponen a prueba la pericia de los visitantes que, esta vez, tendrán como guía a mujeres, unas con rostro y voz, y otras a las que la historia ha condenado a no tener cara.

Personajes como Catalina de Ribera, que ejerce de perfecta anfitriona, Teresa Pinelo o la duquesa de Denia: Ángela Pérez de Barradas y Bernuy que tuvieron mucha influencia en la casa y sus moradores, de las que se conoce vida y memoria.

Otras tuvieron menos suerte, como Elvira de Herrera Fernández de Córdoba, de quien por desconocer, se ignora tanto la fecha de su nacimiento como la de su muerte. Sólo se sabe de ella que terminó sus días como monja del convento de Santa Inés en Écija después de ser repudiada por su esposo.

Diferente es el caso de Beatriz Cabrera y Villalobos, la esposa de Murillo a quien casaron con el pintor en un matrimonio concertado. De ella si ha quedado constancia de su rostro en una de las Inmaculadas que pintó el artista.

Y como hilo conductor de esta historia a través de las mujeres de la Casa de Pilatos, toda una diosa, Atenea, que ejerce como guía y contadora de historias que han pasado por este palacio.

Una anfitriona excepcional

Los visitantes tienen la suerte de ser recibidos por la anfitriona y primera dueña de la casa, Catalina de Ribera. Ella es la encargada de contar cómo su esposo construye este palacio en el solar de unas casas confiscadas por la Inquisición. Una dama con carácter que, al estar su marido en la guerra es la encargada de gestionar el patrimonio familiar. Comprometida con la sociedad, fundó el hospital de las Cinco Llagas, primero en la calle Santiago, aunque tuvo que trasladarlo a la Macarena (actual edificio del Parlamento de Andalucía) por causas de salubridad.

Catalina de Ribera fue una gran mecenas y amante del arte, algo que en cierto modo supo impregnar a todos los habitantes posteriores de la Casa de Pilatos.

No sólo el arte es el aire que se respira en cada rincón del palacio sevillano. El aroma de sus jardines y patios se concentra en la inmensidad del patio de las estatuas indicando al visitante, que hay algo más allá de los muros adornados por antiguos azulejos.

El patio de las musas

Pallas Pacifera como cicerone
Pallas Pacifera como cicerone / Juan Carlos Muñoz

En este patio se unen mitología e historia con las esculturas gigantes de Palas Beligera, Palas Pacífera, la diosa Fortuna y Copa Syrisca. Cuatro esquinas con otras tantas mujeres monumentales.

El historiador del arte Carl Justi describe en su biografía de Velázquez este patio como El templo de las musas. En él estas diosas de mármol aparecen como “hadas que guardan los secretos de este milagroso alcázar”.

Pallas Pacifera, Atenea Pacificadora baja de su plinto durante la visita y se convierte en la cara y voz de las mujeres que habitaron la casa. Una estatua que fue adquirida por el primer Duque de Alcalá, Per Afán de Ribera durante su virreinato en Nápoles (1558-1571) y ordenó su transporte a Sevilla.

Además, al ser la única del tipo Atheneas Medicis que conserva la cabeza original, es también la única que permite evocar íntegramente el original que suele identificarse con Atenea Promachos, la obra de Fidias que presidía la Acrópolis de Atenas. La copia de la Casa de Pilatos es una obra de la época de Adriano que sigue el modelo del escultor griego Fidias.

Atenea presentando a sus compañeras en el patio
Atenea presentando a sus compañeras en el patio / Juan Carlos Muñoz

Aquí fue instalada como pareja de otra estatua de Atenea que según sus añadiduras y una inscripción explicativa fue interpretada como Pallas belligera.

Igual que en todas las pandillas siempre hay una persona que es el alma de la fiesta, en este patio de las musas sevillano el título lo ostenta la alocada Copas Syrisca. Una escultura romana de finales del s. II d.C. que deriva de un modelo griego de mediados del s. IV a.C. transformada en Copa Syrisca en el Renacimiento.

En la basa, la estatua tenía en su base una alusión al célebre poema atribuido a Virgilio sobre una tabernera que con su música y danza invita los transeúntes a disfrutar de los placeres de su taberna.

Y es ella la que lleva a los jardines de la casa exhortando: “La muerte, tirándonos de las orejas dice: Vivid, que llego”.

Capilla de la Flagelación
Capilla de la Flagelación / Juan Carlos Muñoz

Pero antes de esta explosión de vida con Copas Syrisca, Atenea ha acompañado al visitante a la parte religiosa de la casa, la capilla de la Flagelación. Situada en la planta baja, en una de las salas que comunica con el patio de las musas, contiene un figura paleocristiana del Buen Pastor (siglo III d.C.), además de una columna que, según la tradición, es una reliquia de la flagelación de Cristo.

Y de lo religioso, pasando por el patio de las estatuas de diosas y emperadores, a lo más profano. Un ventanal desde donde llega la brisa del atardecer veraniego, Venus y un pequeño Cupido descansan en un sueño de mármol en el alfeizar de un gran ventanal. La estancia está presidida por un gran casco y, en sus paredes, parte de la colección reunida por Per Afán, que transforma el huerto de la casa en un jardín para la meditación. Conocido como el jardín pequeño.

Aquí Atenea se transforma en Teresa de Pinelo, el gran amor del primer duque de Alcalá. De su matrimonio con Leonor Ponce de León, hija de los marqueses de Zahara, Per Afán Enríquez de Ribera no tuvo descendencia. Con Teresa Pinelo tuvo a Juan de Ribera, patriarca de Antioquía y arzobispo de Valencia, que llegó a ser beatificado.

Y de aquí, al jardín grande, ideado para pasear, donde no faltan esculturas y sorpresas como un pícaro amorcillo o la gruta donde la ninfa duerme serenamente .

Per Afán contrató al arquitecto Benvenuto Tortello con la idea de convertir la huerta en un jardín arqueológico —el jardín grande—, mediante la incorporación de logias, tondos y hornacinas, aplicando las nuevas formas de exponer las obras de arte que aprendió en Italia.

Allí está Hygeía, la hija de Asclepio y diosa de la higiene, acompañada de otros protagonistas de las leyendas griegas y romanas. Y, en este ambiente de mitos, Atenea revela un secreto, una de esas historias que forman parte de las casas. Dicen que uno de los tesoros que trae el Duque de Alcalá de Roma son las cenizas de Trajano, que el “servicio de la época, tira en esos jardines creyendo que es suciedad”.

La planta alta del palacio

Tras un homenaje Murillo en la última sala que se visita de la planta baja, los visitantes conocerán la planta alta del palacio. Aquí, un intérprete de patrimonio presentará a los visitantes los grandes retratos y otras obras pictóricas de Pacheco, Luca Giordano, o algunas de las mejores copias de Murillo.

Las mujeres de Pilatos siguen presentes en esta visita a través del arte: Antonia de Toledo y Colonna, duquesa de Medinaceli; Felice de la Cerda yAragón; Teresa Fernández de Quiñones; y Victoria Eugenia Fernández de Córdoba yFernández de Henestrosa, a quien se debe la creación de la FundaciónCasa Ducal de Medinaceli.

Más información

Las visitas se realizarán los jueves 12 y 26 de julio y 9 y 23 de agosto a las 22:00. El precio es de 14 euros por persona. La venta de entradas puede realizarse a través de Ticketea o taquilla de Engranajes Cultuales (Calle Habana, 17, Pta. Izd. De lunes a viernes de 10:00 a 14:00 y lunes, martes y miércoles de 17:00a 19:00). Reserva obligatoria en www.engranajesculturales.com.

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