Una mezcla de tradición y diversión
Hasta el domingo se puede participar en la histórica Cucaña de la Velá de Triana.
Calle San Jacinto, seis de la tarde y una fila de chavales con flotadores avanza hacia la calle Betis. Podría parecer que están locos, porque, en Sevilla, la playa de María Castaña hace años que no existe, pero no. Están perfectamente cuerdos y se dirigen a la Cucaña de la Velá de Triana. No se sabe muy bien qué fue antes, si la catedral del barrio, como popularmente llaman a la Iglesia de Santa Ana los vecinos del arrabal, o la Cucaña; el caso es que esta fiesta es el buque insignia de la Velá. Por eso esta actividad concentra año tras año a un gran número de personas, aunque haga calor y el agua del río parezca de todo menos agua.
Precisamente porque el termómetro está a punto de reventar, los de los flotadores no encontraron mejor plan que el de pasar la tarde luchando por alcanzar el banderín rojo que está al final de la Cucaña y conseguir, más que el premio que toque, haber logrado la hazaña y poder presumir entre los amigos. "Nos va a salir seguro", dice un chico rubio buscando alentar a su grupo de amigos. Se llama Daniel Antón Enríquez, viene del Parque Amate y es la primera vez que participa en la Cucaña. Tanto él como sus compañeros, Carlos Piserra, Álvaro Bermúdez y Joaquín Melo, "se liaron la manta a la cabeza" y con un euro en el bolsillo cruzaron media Sevilla porque "lo importante es pasárselo bien".
A otros, sin embargo, los mueve el sentimiento. Es el caso de David Jiménez Mariscal, todo un veterano en esta prueba: lleva 30 ediciones a sus espaldas. "A mí me gusta participar porque es una tradición familiar, lo hicieron mis abuelos y mi padre, y yo no podía faltar", asegura orgulloso. Con 37 años recién cumplidos, parece desentonar entre tanta chavalería -el que más y el que menos no supera los 20- ,pero la experiencia lo convierte en toda una celebridad en la Cucaña, ya que el año pasado consiguió 12 banderines. Y si hay que hablar de celebridades, no nombrar a Rocío Mayo Márquez sería un error. Esta joven fue la primera mujer que participó en la competición en el 2012 y este año vuelve a la carga para volver a conseguir una bandera como aquel año. A pesar de ser la única chica, no se siente marginada, "al contrario, los niños me animan para que consiga mi objetivo".
Cinco banderas cada día, dos para los niños y tres para los adultos con vales regalo en Hipercor, el bar Remesan o el Mercado de Triana como premios, son los alicientes todas las tardes de 18:00 a 20:00 hasta el próximo domingo. Aunque lo que verdaderamente incita a los chavales a participar es la diversión, el afán de superación, estar cerca del río y el poder hacer un plan que no suponga desembolso económico alguno. Y si es en un barrio con historia, mejor.
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