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La Carbonería de la calle Parras, el último comercio de venta de carbón que queda en Sevilla

La Carbonería de la calle Parras, el último comercio de carbón que queda en Sevilla

La Carbonería de la calle Parras, el último comercio de carbón que queda en Sevilla / Página web

Hace unos 50 años las carbonerías eran negocios tan comunes como las panaderías o las tiendas de ultramarinos y eran muchas las que se repartían por la ciudad. Ahora casi todas han dejado de existir y el negocio de venta de carbón ha quedado relegado a la compra por internet o en grandes superficies. 

En la calle Parras, en pleno barrio sevillano de San Luis, se encuentra la que es actualmente la última tienda de venta de carbón que queda en la ciudad: la Carbonería Parras.

Este comercio emblemático de la hispalense siempre ha estado vinculado a la familia Aguilar, aunque por ella han pasado multitud de trabajadores, especialmente entre los años cuarenta y sesenta del siglo pasado. 

La historia de la carbonería

A finales del siglo XIX, Francisco Aguilar era propietario de una carbonería situada en el número 7 de la calle Cruz Verde. Regentando este negocio Francisco pudo adquirir un antiguo molino de trigo que estaba situado a comienzos de la calle Parras. Su intención era utilizarlo como almacén de carbón y de esta manera suministrar el material a diversas carbonerías que se habían ido abriendo en la ciudad, ya que por aquel entonces el negocio de venta de carbón era bastante próspero.

En los años 50, Manuel Aguilar, hijo De Francisco, decidió construir un edificio en el solar contiguo a dicho molino. La construcción constaba de un almacén y un despacho de carbón en la planta baja y de dos viviendas en la primera y la segunda planta.

Cuando Manuel Aguilar Romero falleció en los años 60, sus hijos Luis, Manuel y Francisco Aguilar Martín continuaron con el negocio familiar. El primero regentaba una carbonería en la Plaza de San Marcos, el segundo era el transportista y el tercero se dedicaba a atender a los clientes en el despacho que su padre había creado en la calle Parras. Puntualmente recibía la ayuda de Carmen Astola, su mujer, y de sus hijos para desempeñar esta labor. 

En las décadas de los setenta y los ochenta el negocio del cisco y del carbón comenzó a decaer de forma acelerada tras la sustitución de las cocinas de carbón por las de petróleo y más tarde por las de gas. Aunque ambos productos también se vendían en las carbonerías lo cierto es que la mayoría de hogares habían comenzado a instalar calefactores eléctricos. La electricidad por aquel entonces era barata y estos calefactores eran más cómodos y limpios. 

Tras la muerte de los tres hermanos, que se fueron dando entre los años 70 y los 90, el negocio familiar pasaría a manos de José Luis Aguilar, actual propietario e hijo de Francisco que sigue manteniendo esta carbonería activa en el centro de la ciudad. 

En la actualidad la carbonería de la calle Parras es la única que sobrevive en Sevilla como punto de venta de carbón y otros productos relacionados como la leña o el gas. Por su puerta pasan decenas de viandantes diariamente y todavía algunos curiosos entran, sorprendidos, porque no creen que un negocio así siga sobreviviendo en pleno 2024. 

La Carbonería Parra mantiene la esencia del negocio fundado por Francisco Aguilar y aunque vendan sus productos por internet, la clientela con la que cuentan es la de toda la vida. En su página web su actual dueño bromea con la pregunta que a día de hoy le hacen algunos que pasan por su negocio: "¿Todavía sigue la gente guisando con carbón?" A lo que él contesta: "¡Claro! Y mucho. Solo que le han cambiado el nombre para que parezca una cosa moderna; ahora lo llaman "barbacoas".

Asociación Científico Cultural Cisco de Picón

A principios de 2018 la familia Aguilar decidió, con algunos amigos y parroquianos de la carbonería, llevar a cabo la creación de una asociación con la vocación de difundir la ciencia y la cultura desde la independencia de un grupo de amigos y amigas que, desde la cotidianidad del barrio, "pretende afirmar la libre universalidad del arte y del conocimiento”. De esta manera nace, con sede en la carbonería, la Asociación Científico-Cultural Cisco de Picón.

Son muchas las personas que le han sugerido a José Luis que transforme la carbonería en un bar pero su dueño tiene las ideas claras: el local seguirá siendo una carbonería. Además asegura que los socios de la asociación que han creado pueden disfrutar allí de un botellín frío y, como dice él mismo en su web: "Con eso ya nos basta". 

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