"Lucía de Lammermoor' deja huella en el espectador y en quien la canta"

Sabina Puértolas. Soprano

La navarra se sube mañana y el sábado al escenario del Villamarta de Jerez para interpretar junto al tenor Ismael Jordi la ópera de Donizetti

La soprano Sabina Puértolas, en el teatro jerezano que dirige Isamay Benavente.
La soprano Sabina Puértolas, en el teatro jerezano que dirige Isamay Benavente.
Arantxa Cala

28 de mayo 2014 - 05:00

Después de dos años de ausencia en las programaciones del Teatro Villamarta, la ópera regresa a Jerez. El reencuentro será, en concreto, con Lucía de Lammermoor, el famoso drama trágico en tres actos de Donizetti (con libreto de Salvatore Cammarano) basado en una novela del popular escritor novelista romántico británico Walter Scott. En el elenco vocal figura esta cantante navarra, una de las más importantes sopranos españolas del momento. Sabina Puértolas se subirá mañana y el sábado a las tablas del Teatro Villamarta para interpretar el personaje protagonista, Lucia Ashton. Ismael Jordi la acompañará en esta producción que cuenta con Francisco López como director de escena y Carlos Aragón a la batuta, y con una escenografía de Jesús Ruiz y la participación del Coro del Villamarta. Puértolas, que ya ha estado anteriormente en la ciudad, asegura que en ella se siente como en casa.

-La ópera regresa al teatro Villamarta después de dos años...

-Cuando me dijeron que no había temporada, no me lo creí, fue tremendo. Ha tardado un tiempo en recuperarse pero ahí están en el teatro, de pie, con más ganas que nunca. Hay mucha motivación para que siga adelante este ciclo lírico. El Villamarta es un espacio de referencia en España, y algo así no puede morir.

-¿Qué destacaría de su personaje, que va a interpretar por segunda vez en su carrera?

-Sí, lo hice anteriormente en Oviedo, en 2012. El concepto del personaje en esta producción es el de una mujer con muchos miedos interiores, maltratada psicológicamente, débil, cuya única salvación es Edgardo, un ser crecido en la Escocia de su tiempo un poco con fuerza, con momentos de ira. Un hombre de aquella época. Lucia crece subyugada por su hermano, por los tiempos, bajo el escrutinio de todo el mundo. Incluso a veces es bipolar. Es un personaje musical y escénicamente muy complicado, con muchas caras, y es difícil sacarlas una detrás de otra.

-¿De qué modo cambia interpretar un personaje con el que ya se ha trabajado?

-Cada producción es diferente, por lo que pide el director de escena. Y en este caso va a ser muy diferente. La concepción de Paco [Francisco López] es muy dura, porque Lucia es un personaje que tiene mucho que decir. Para mí es un reto llegar a hacer lo que me piden. Pero me gustan los retos.

-¿Cómo ha preparado el papel?

-He visto varias versiones, me he estudiado el libreto... y sobre todo he escuchado al director de escena: su concepto del personaje, al que le da una vuelta de tuerca genial. Aunque hayas leído mucho acerca de una ópera en concreto, el concepto, al final, es el que dice el director de escena.

-¿Qué vuelta de tuerca es esa?

-Mire [saca el libreto y un folio con numerosos apuntes], aquí tengo tantas cosas apuntadas que me dice Paco... Violencia de género, oscuridad, miedo, pánico... El presente le recuerda constantemente a mi personaje lo que vivió en su infancia, en la que le anularon la mente.

-¿Es más fácil expresarse en el drama que en la alegría?

-Mmm, no sé. Me gustan las cosas dramáticas. Soy un poco dramática en mi vida [ríe]. Y de eso en esta ópera se me pide más y más. Eso sí que no me da miedo... Espero hacer una Lucia como la que propone Paco. En ello estamos, y así será porque estamos trabajando mucho. Aquí todo tiene su porqué, hasta en el silencio. Estoy disfrutándolo mucho.

-¿Le permite esta Lucía deLammermoor muchas posibilidades de lucimiento?

-Absolutamente. Hay fuegos artificiales del canto, y desde el punto de vista escénico el personaje es una locura. Hay muchas cosas con las que lucirse, sí. Es un personaje que deja huella en el espectador, y en quien lo canta.

-Acaba de estrenar El juez en el Teatro Arriaga con Josep Carreras y dirección de Emilio Sagi; está inmersa junto a Plácido Domingo en un montaje de Luisa Fernanda para el Real de Madrid; hace algunos meses debutó en la Royal Opera House de Londres con La Rondine de Puccini... Vive un momento álgido en su carrera.

-Sí, es fantástico, disfruto muchísimo. Ya tengo agenda hasta 2017: Bruselas, Amsterdam, Viena, Oviedo, el Liceo barcelonés... Y con Carreras y Domingo conoces la humanidad de los mitos. Son excelentes compañeros y te das cuenta de que si están ahí es porque les gusta, porque disfrutan en el escenario. Te hacen sentir uno más y ellos son uno más también.

-¿Le han propuesto personajes impensables en su carrera?

-Creo que siempre me han propuesto cosas que están dentro de mi línea... No, no me han propuesto cosas impensables.

-En el mundo de la lírica, ¿qué le da más respeto?

-Lo primero, la partitura; después el público, por supuesto. De todas formas, no soy una persona que se ponga metas. No quiero frustrarme si no se cumplen. Prefiero vivir el momento, disfrutarlo. Las cosas que hago me llenan, los sitios a los que voy me gustan y me cuidan en los teatros en los que actúo, ¿qué más quiero?

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