Plácida noche galante

Crítica de Música

Pablo J. Vayón

05 de julio 2015 - 05:00

HARMONIA DEL PARNÀS

XVI Noches en los Jardines del Real Alcázar. Harmonia del Parnàs: Vicent Morelló, flauta; Guillermo Martínez, violonchelo; Marian Rosa Montagut, clave y dirección. Programa: 'La sonata barroca y la música galante' (obras de Quantz, Bononcini, Chédeville, Duphly y C.P.E. Bach). Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Viernes 3 de julio. Aforo: Casi lleno.

En noches como la del viernes, el jardín del cenador de la alcoba del Alcázar se convierte en el locus amoenus del tópico, un espacio acogedor donde abandonarse a la molicie sensual del puro divertimento sonoro, al poder embaucador de las más bellas melodías. La valenciana Marian Rosa Montagut volvía al nocturno ciclo veraniego y lo hacía incorporando al grupo a Vincet Morelló, el estupendo flautista valenciano de la ROSS, y con un programa de música dieciochesca muy variado, pero con una seña muy clara de identidad: el predominio del principio melódico.

Acaso en ese sentido haya que entender el carácter reservado, discreto, apenas invasivo del bajo continuo en las tres piezas que tocó Morelló como solista, una sonata de Quantz (típico estilo berlinés de mediados de siglo), la última de las sonatas de Il pastor fido de Chédeville, publicadas originalmente bajo la autoría (falsa) de Vivaldi (la más italianizante de una colección en esencia francesa) y la Sonata Hamburgo de Carl Philip Emanuel Bach (pura delicia galante). El flautista valenciano mostró sonido elegante, flexible, bien articulado, cantable (precioso primer movimiento bachiano), virtuoso cuando convenía (tiempos rápidos de Quantz), quizás demasiado tímido en la ornamentación y algo laxo en las acentuaciones (Chédeville, que pide algo más de brío, de brillo). El violonchelista Guillermo Martínez tocó bien fraseada, pero con afinación no siempre segura una sonata de Bononcini en diáfano estilo corelliano da camera. Montagut completó con un rondeau de Duplhy para el clave tocado de forma correcta, clara, disfrutable, aunque sin llegar a penetrar del todo en la esencia fundamentalmente poética y sensible de la música del francés.

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