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PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

La reforma de los veladores

FIELES al espíritu reformista que se blande en la Moncloa cual estandarte patrio, y como leales seguidores de la vice Soraya, que nos atribuye la súbita condición de país más reformista del mundo mundial, en Sevilla los suyos se ponen manos a la obra. ¿Dónde? En los hogares. La fórmula para combatir el paro en la hostelería y en la construcción, nuestras dos especialidades de toda la vida, consiste en llenar las aceras de veladores, y transformar la distribución de las viviendas para que los dormitorios y los salones ocupen por imperativo municipal los espacios internos, sin contacto con el exterior ni con las calles. A partir de ahora, las cocinas y los baños serán las habitaciones con ventanas y balcones. Con proximidad al bullicio y a los decibelios de los establecimientos acogidos a la prolongación del horario de apertura durante la madrugada. El Ayuntamiento será muy severo en la inspección técnica de los edificios para constatar la realización de las reformas. El desacato será sancionado con el desahucio, por traidores al modelo productivo.

Se acabaron los impedimentos vecinales al libre albedrío de la cháchara de velador, de botellona o de coche aparcado con música estridente. La Policía no atenderá quejas de vecinos que dicen no poder dormir. Eso eran habladurías. Con la solución habitacional convento de clausura, va incluida una terapia para superar el vértigo al exceso de silencio, impartida por un psicólogo sacado del paro.

Las generaciones futuras hablarán maravillas de los sevillanos de hoy. Pasándolas canutas, se sacrificaron hasta el fondo del pasillo y más allá, con tal de consolidar el empleo de los camareros, y para reintegrar en el mercado laboral a pintores, albañiles, fontaneros, carpinteros y cristaleros. En la Plaza del Ruido (antigua Alfalfa) les recordarán viendo el Monumento al Sufrido Vecindario, artístico reciclaje de veladores amortizados en las mil y una noches de aquella crisis que extinguió los caracoles, las aceitunas, las patatas fritas, los cacahuetes y los altramuces.

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