La ciudad y los días

carlos / colón

Izquierda de sobaco

TENGO escasa o más bien ninguna simpatía por Rodrigo Rato; y comparto la opinión de todos ustedes sobre Bankia y otras entidades financieras. Dicho lo cual he de añadir que ciertos comportamientos y discursos de la izquierda, peores cuanto más extrema, son tercermundistas, bananeros, groseros y antidemocráticos. Ha pasado con la comparecencia de Rodrigo Rato ante la comisión de investigación del Parlamento catalán. Algo intolerable, aunque asombrosamente tolerado por la presidencia de la comisión, no por respeto a Rato, incluso aunque como político y gestor no lo mereciera, sino a la institución y a los ciudadanos. Un bofetón a la buena educación y a la cortesía parlamentaria. Pero desde los terribles años 60, con su cúspide en aquella versión burguesa y payasa de la Comuna que fue mayo del 68, una parte mayoritaria de la izquierda decidió que la buena educación -incluso la más elemental relacionada con la expulsión de gases y flatulencias o los más variados olores corporales- era cosa de burgueses reaccionarios, represiones con las que había que acabar, convenciones absurdas.

Puede que les parezcan exageraciones a quienes no lo vivieron. Pero así fue y así lo cuento. Y mis pituitarias están dispuestas a sentarse en el banquillo para dar testimonio de la verdad de mis palabras ante los más severos interrogadores. Los republicanos con sombrero, la izquierda que hacía bandera de la educación (en el doble sentido de urbanidad y de conocimientos, de cortesía y de instrucción) se eclipsó poco a poco a partir de los años 60. Sobrevivió en las socialdemocracias de los países de larga tradición democrática y alto nivel educativo. No es nuestro caso. Y desapareció del todo en la extrema izquierda. Dándose los casos más graves cuando la izquierda se tiñe del zafio aldeanismo nacionalista. Como ha sucedido en la comisión de investigación del Parlamento catalán.

El diputado de las CUP David Fernández le dijo a Rato, sandalia en mano: "¿Sabe lo que hacen en Iraq con esto, como símbolo de humillación y desprecio al poder del poder?". Tras lo que añadió, entre otros sólidos argumentos críticos: "¿Usted tiene miedo (…) a que un día la gente se harte? (…) Nos vemos en el infierno. Porque su infierno, la calle, es nuestra esperanza. Hasta pronto, gánster. Fuera la mafia". No creo que, con independencia de lo que pensemos sobre Rato, éste sea el lenguaje que las instituciones y los ciudadanos merecen.

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