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La ciudad y los días

Carlos Colón

El ateísmo neoliberal

BIENVENIDA sea la campaña del movimiento ateo a los autobuses de Sevilla. Para defenderse de los cristianos viejos, que todo lo cifraban en el linaje, los judeoconversos afirmaban, como por boca del ingenioso hidalgo se recoge en el capítulo cuarto del Quijote, que "cada uno es hijo de sus obras". El lema del movimiento ateo -Probablemente Dios no existe, deja de preocuparte y disfruta de la vida- dice más sobre la naturaleza reaccionaria, consumista, insolidaria y neoliberal de quienes lo difunden que todos los artículos que se puedan escribir sobre el ateísmo neoliberal consumista, que poco tiene que ver con el antiguo ateísmo racionalista de raíz ilustrada y socialista.

Aquél proponía una rigurosa ética laica frente a la moral cristiana. Jamás se le hubiera ocurrido a un ateo ilustrado, socialista o comunista proponer la despreocupación como alternativa a Dios. Lo grave de este lema no es la simplificación infantiloide y medieval que opone la existencia de Dios al goce de la vida. Lo grave es su invitación al hedonismo de masas consumista (que poco tiene que ver, por cierto, con el hedonismo clásico). ¿Despreocúpate de qué? ¿Del dolor ajeno, la injusticia o la opresión? ¿Disfruta de la vida a qué precio? ¿Al de cerrar los ojos ante las carencias de los otros o ignorar su felicidad? A un neoliberal le debe parecer de perlas este lema.

En 1973, Pier Paolo Pasolini escribió, a propósito de un eslogan blasfemo que anunciaba una marca de vaqueros: "El futuro pertenece a la joven burguesía que ya no necesita detentar el poder con los instrumentos clásicos; que ya no sabe qué hacer con la Iglesia, la cual, ahora, ha terminado por pertenecer a aquel mundo humanístico del pasado que constituye un impedimento a la nueva revolución industrial. El nuevo poder burgués necesita un espíritu totalmente pragmático y hedonístico en los consumidores… La nueva industrialización ya no se contenta con que el hombre consuma, sino que pretende que no sea concebible otra ideología que la del consumo: un hedonismo neo-laico, ciegamente olvidado de todo valor humano y ciegamente extraño a las ciencias humanas". 36 años después este otro eslogan le da la razón.

El lema del movimiento ateo fue escrito hace 128 años por Dostoievski en Los hermanos Karamazov de forma más contundente: "Si Dios no existe, todo está permitido". Es lo que conviene al sistema dominante. También podrían haber escrito: "El imperativo moral no existe, deja de preocuparte y disfruta de la vida". Porque cualquier ética -cristiana, kantiana o socialista- es hoy un freno para el poder del consumo.

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