Análisis

León Lasa

Natalidad y pensiones: no es verdad

Hay que crear más y mejores puestos de trabajo y posponer la edad de la jubilación, aunque no guste oírlo; la solución no pasa por tener más niños

La semana pasada escribía sobre un hecho innegable: el crecimiento exponencial de la población mundial en los últimos 50, 100 años. No es que haya aumentado con fuerza, es que se ha multiplicado por dos, por tres o por cuatro según qué zonas. Pretender que esto pueda seguir siendo así ad aeternum sólo puede venir de un cerebro mal informado o malintencionado. Es más, cada vez constituyen un número mayor las voces que piensan que la mayor parte de las tensiones y problemas de la humanidad tienen su causa última en ese incremento exponencial de la población. Muy especialmente en el Tercer Mundo hoy en día, sí, pero también en el Primer Mundo hasta hace no tanto. España roza los 50 millones cuando a principios del siglo XX apenas rozaba los 20. Así las cosas, ¿de verdad es el incremento de la natalidad la solución a tantos problemas? ¿Nos encontramos, como dramáticamente se alarma en algunos medios, ante un "invierno demográfico"? ¿Pasa la panacea a la cuestión de las pensiones porque nos pongamos a tener más niños? Según algunos, sí. Muchos de estos voceros están, casualmente, ligados al establishment financiero. Ya se sabe qué ocurre con el precio de un producto si hay una oferta enorme.

De una manera sucinta podemos preguntarnos: ¿no es un insulto a la inteligencia en un país con casi cinco millones de parados decir que tenemos "un problema demográfico"? ¿No parece sino que nos quisieran tomar por tontos cuando nos machacan con ello, si tenemos en cuenta los salarios que se pagan en España? La cuestión de las pensiones pasa por resolver una ecuación bien sencilla: la relación cotizante-jubilado. No hay más. Mientras mayor sea el cociente entre esa división, mejor. Cuantos más cotizantes, más activos, por personas jubiladas o en situación de incapacidad, mejor. Hasta donde alcanzo, ni los parados ni los recién nacidos mejoran esa ecuación. Así que, mientras tengamos un ejército de reserva, un paro estructural, de tal calado, por favor, no digamos bobadas, a menos que sea por otra causa.

¿Cómo se mejora esa relación, ese número resultante entre activos y pasivos? Muy sencillo, aunque suene doloroso: creando más y mejores trabajos, con cotizaciones altas, no lo que se está creando; y posponiendo la edad de jubilación, evidentemente. No gusta oírlo, pero la esperanza de vida ha aumentado de tal manera, que la sostenibilidad del sistema, como lo conocemos, con la generosidad con que lo conocemos, es inviable.

Pero si por algún lado no pasa la solución al problema es por el aumento de la natalidad que, en el mejor de los casos, en un supuesto sin paro alguno, en un sistema de reparto, nos obligaría, aceptando la tesis, a un crecimiento infinito e ilimitado de la población. ¿España con 150 millones de habitantes? No, gracias. PS. En otra ocasión volveremos a hablar de los planes privados de pensiones: la gran engañifa.

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