Análisis

helena arriaza

Reinventar la comedia

Lo mejor de 'Vergüenza' es que hace honor a su nombre y consigue traspasar la pantalla

El género de la comedia no se encuentra entre mis favoritos. El humor no es lo mío. Apenas he consumido series del género, ni españolas ni extranjeras. Hasta que ha llegado Vergüenza. La serie de Movistar+ es diferente al resto. Lo primero que destaca son sus dos actores protagonistas. Que el peso de los episodios lo lleven Javier Gutiérrez y Malena Alterio garantiza unas interpretaciones de calidad. Javier Gutiérrez hace bien todo lo que se propone, sea del género que sea, sea un papel protagonista o secundario. Conforme avanzan los capítulos queda patente que, además de los protagonistas, el resto de actores también realiza un trabajo redondo. En especial el actor Miguel Rellán.

Sin duda lo mejor de Vergüenza es que hace honor a su nombre. Es impresionante ver cómo todo lo que le ocurre a Jesús (personaje interpretado por Gutiérrez) provoca vergüenza ajena en el espectador. Si una serie tiene que conseguir algo es traspasar la pantalla y sin duda esta lo logra con creces. Existe una línea muy fina entre la buena comedia, la inteligente, y la que pasa ese límite y da lugar a lo chabacano y lo banal que en vez de hacer reír lo que consigue es indignar. Los creadores de esta ficción han sabido quedarse justo en la línea que las separa. Y seguro que muchos espectadores se han sentido identificados con las situaciones embarazosas que vive el protagonista. Todos hemos metido la pata alguna vez y Vergüenza es la muestra de que la vida sigue y hay que mirarla de frente. El problema es que al no ser una comedia como a las que acostumbra el gran público, fiel a series como La que se avecina o Big Bang, nunca llegará a tener demasiado éxito. La gran diferencia es que pese a pertenecer al género del humor resulta incómoda de ver y no todo el mundo está dispuesto a disfrutar de esa sensación. Pero al fin y al cabo ese era el objetivo de Juan Cavestany y Álvaro Fernández-Armero, sus creadores, y hay que admitir que lo han logrado. Hacer reír y sufrir al mismo tiempo es una tarea difícil, innovadora y para la que no todo el mundo está preparado. Pero si tienen ocasión, den una oportunidad a esta serie diferente.

El hecho de que sin haber emitido la primera temporada Movistar+ renovase la ficción por una segunda dice mucho sobre la confianza que tienen en este producto. La plataforma siempre apuesta por series especiales, diferentes, que sorprenden a la audiencia. Y en una época como esta en la que la ficción española en las cadenas en abierto está en decadencia y en las que series como esta no tendrían cabida hay que aplaudirlo.

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