Abel Veiga Copo

Cierre socialista en falso

La tribuna

12 de noviembre 2013 - 01:00

YA no se trata sólo de liderazgo, que no lo hay, sino de proyecto, de regenerar ilusión, y lo que es más importante, presentar una alternativa de gobierno. La acción, mala gestión de los últimos años del gobierno Zapatero, les ha llevado a donde les ha llevado. Se empeñan en seguir con pie cambiado. Por detrás del gobierno popular. Incapaces de presentar sólidos argumentos, creíbles y coherentes. Se empeñan en no querer discernir una realidad y una sociedad que siente distante al partido socialista, perdido en tensiones internas, sin la prudencia de saber qué quieren y qué pueden ofrecer. Falta un discurso sólido, robusto, convincente y creíble. Sobran frentes, sobran contradicciones y antagonismos claros entre distintas federaciones. Como nos recuerda Sonnenfeld, la prudencia es la sabiduría en las cosas humanas, en el prudente siempre es correcto el para qué, y hoy los socialistas no sólo han de enfatizar el cómo, sino el para qué de sí mismos, el por qué de una socialdemocracia en crisis.

Nadie duda de la inteligencia de Pérez Rubalcaba. Muy por encima de muchos hoy en el solar patrio, pero su tiempo político ha pasado. Como el de muchos otros a derecha e izquierda que tuvieron sus momentos de gloria y poder y que aún hoy no saben resituarse a pesar de sus cómodas atalayas en el mundo de los negocios y las puertas giratorias que el poder político abre, como quien no quiere ni conoce, en consejos de administración y lobbies variopintos. Sí, falta liderazgo en la clase política española. Falta mucha autocrítica y mucho análisis a ras de sociedad, a ras de ciudadanía que percibe a los políticos como el principal problema amén de la tragedia del desempleo. Sobra triunfalismo banal y mezquino, sobra demagogia y falta mucha, muchísima pedagogía, explicación y sinceridad.

Resacas de euforias, resacas de derrotas. Cada uno baila al son que esta vez marca la partitura de conferencias de partido y de interparlamentarias. Son ciclos, son respuestas, son estados de ánimo. Pero también son momentos de impasse en los que la crítica y la reflexión, el análisis y la responsabilidad deben estar presentes, tanto en quién gana como en quién pierde. La victoria como la derrota nublan el discernimiento y la realidad. Aunque con intensidades distintas. Se pueden hacer muchas lecturas de esta conferencia socialista. Lo importante no es si primarias sí o primarias no, o si el número de avales es tal o cual. Lo importante es construir una alternativa, un proyecto, un estado de ánimo que ilusione a una sociedad que no confía, que no cree y que está tan exhausta como cansada. La memoria no es tan frágil como los estrategas de las ejecutivas creen. Cuanto antes se acepte, cuanto antes irrumpan nuevos protagonistas con un discurso claro, nítido, convincente, creativo, imaginativo pero pegado a la realidad y los dramas que la sociedad está sufriendo, constructivo y sugerente pero también eficiente en la solución de los problemas de los ciudadanos antes serán realidad y alternativa para algún día llegar de nuevo al gobierno. No ha sido torpe precisamente la presidenta de Andalucía al poner el acento mediático, que no político, en la falta de crítica y autocrítica. Pero todo está calculado.

Todo debe cambiar, pero esta vez, más allá de lo que el Príncipe de Salina quiso en verdad. Un nuevo socialismo en un nuevo tiempo político. De lo contrario, la travesía en el desierto y la desafección y sangría de votos irá in crescendo, lo acabamos de ver en el último CIS. La fractura aún sigue abierta, la fractura de la desilusión. El desenganche. Hace falta discurso, programa y línea clara de acción. Más allá de principios, más allá de falsas demagogias y discursos vacuos para la galería. Recuperar espacios, recuperar un centro izquierda del que nunca ha debido irse el socialismo para ser rehén en el campo y caldo de discurso de otras opciones con patentes de originalidad.

El socialismo tiene dos dos retos difíciles y complejos que se agudizan por momentos en la familia socialista, el liderazgo y un programa. Más importante éste que aquél pues de liderazgos es bastante huérfano el socialismo pero también la política en casi todo el panorama nacional. También internacional. Sin liderazgo se puede ganar también, y hasta hace bien poco, también sin programa. Está todo, absolutamente todo por hacer. Recuperar a un partido noqueado, fracturado y dividido por localismos y poco cohesionado en un proyecto de y por España sin ambages ni ambivalencias antagónicas. Escribir y reescribir un programa serio, creíble, solvente y dentro de lo mejor que ha tenido y aún tiene la socialdemocracia.

Horas bajas en el socialismo en general. Horas muy bajas. Donde reubicarse también desgasta, el desgaste de no encontrar un discurso propio, convincente. Ese es el reto, el que parte también de saber muy bien qué espacio se quiere ocupar. Y ello empieza por el debate, por la cohesión, por unir y no dividir o condenar al ostracismo socialista a quién discrepa internamente o se opuso. Una ejecutiva ha de ser el espacio natural de toda sensibilidad política dentro de un partido y no una apisonadora no discrepante y falsamente armónica. Y esto debería ser así, en toda formación política. Lo malo es la miopía, el egoísmo o creerse herederos y poseedores de toda verdad. La única. Y, ésta, tanto en política como en todo lo demás, simplemente no es ni existe.

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