Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Bárbara, el Rey, Jekyll y Hyde
Sólo faltaría que el Ayuntamiento amplíe la Feria, autorizando algunas casetas en la plaza de España. A la misma vez que proclama como día festivo el miércoles, con el martes y el jueves por añadidura. La plaza de España, desde que José Luis Sanz propuso la opción del pago por verla, ha entrado de lleno en el debate de la ciudad. Ya se ha sabido que piensan cobrar “tres o cuatro euros” a cada turista que la visite. De modo que sigue la polémica. Aunque el sevillano y la sevillana, no se sabe por qué, van menos. Algunos sólo se acuerdan de la plaza de España cuando es Domingo de Ramos y pasa La Paz, o cuando acuden para algunas gestiones burocráticas.
En Roma se han apuntado gustosos al pago por visión. Casualmente, poco después de la polémica sevillana, se supo que van a cobrar dos euros por visitar la Fontana di Trevi. Sólo a los turistas. Los romanos auténticos podrán entrar gratis, pues todo el mundo no puede ser romano, ni armao de la Macarena tampoco. En la Fontana di Trevi la gente echa monedas para volver, según dicta la tradición. Ese dinero se destinaba a la bolsa de caridad para necesidades asistenciales de los pobres.
En Sevilla el dinero se destinará para las necesidades del Ayuntamiento, que también es pobre. La plaza de España se deberá acotar; no es sólo municipal, es de todo el mundo en general. Allí radican organismos civiles y militares. La plaza de España es bonita por fuera y también por dentro. El teatro de Capitanía es una joya, uno de los mejores de la ciudad para espectáculos con aforo limitado, pero está donde está, y por tanto tiene el acceso restringido.
Vuelvo a decir lo que ya escribí: el Icónica Fest merece un repaso. Estropea y afea. Es verdad que esta monumental plaza, por su tradición histórica, ha servido de escenario natural para espectáculos variados. Y para actos civiles, militares y hasta religiosos. Su fama universal ha sido multiplicada gracias a las redes sociales y a los comentarios de los chinos, japoneses, coreanos y otros asiáticos, que son los mayores fans de la plaza de España.
Sin embargo, tiene un lunar, que es Aníbal González. A pesar de su monumento accesible, no se le venera con la importancia que merece. Don Aníbal debería ser para Sevilla como Gaudí para Barcelona, salvando las distancias de la Sagrada Familia. Pero don Aníbal no tiene quien le escriba. La progresía cultureta local suele considerar el regionalismo arquitectónico de hace un siglo como un estilo carca y caduco, de modo que lo ningunean.
Que siga el debate, a ver si son tres o cuatro euros. Y sevillano el que no pague.
También te puede interesar
Lo último