¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Empalagados de andalucismo
AL que no se echa a los bares un sábado-noche, Dios lo castiga con una gala televisiva. Tal le pasó al arribafirmante el pasado fin de semana cuando, incauto, tropezó con un homenaje catódico al cantautor granadino Carlos Cano. Antes que nada, y pese a que sé que me costará alguna vieja amistad que tengo en gran estima, confesaré mi gusto por el cancionero del autor de María la portuguesa. No tengo ninguna duda de que Carlos Cano fue un auténtico renovador de la copla y que puso hondura viril a un género que muchas veces era considerado coto exclusivo de las señoras o de algunos señores de sexualidad heterodoxa (heterodoxa antiguamente, quiero decir). Fue Carlos Cano un artista que supo perfectamente unir la modernidad y la tradición, lo refinado y lo popular, lo comercial y lo culto, lo cosmopolita y lo local. Fue también un convencidísimo andalucista (yo tampoco), pero, a nuestro modesto entender musical, fueron sus canciones más políticas las menos valiosas.
El programa 25 Años sin Carlos Cano. La voz del Sur, que así se llamaba el mencionado homenaje televisivo, se emitió en Canal Sur y respondió al conocido esquema de diferentes artistas interpretando lo más granado del granadino. Así, Pastora Soler, Arcángel, Manuel Lombo, Soleá Morente, Juan Valderrama, Jesús Méndez, María Villalón, Argentina, Chico Pérez, el coro de Julio Pardo y el gaditano David Palomar interpretaron temas como la ya mencionada María la portuguesa, Ay Maricruz, Habaneras de Cádiz, Verde blanca y verde… Hubo de todo: bueno, malo y regular, pero sobre todo hubo un guion sobrecargado de andalucismo de pulserita que convirtió la gala en un mitin político dirigido por un Manu Sánchez un tanto desaforado. Comparar la voz sosegada, calma y grave de Carlos Cano con aquel tono gritón y excitado era francamente desconcertante.
Nada es inocente. Tanto empalago andalucista desde una cadena pública hiperdirigida por el Ejecutivo autonómico tiene como fin apoyar ese nacional-juanmismo que se ha envuelto en los símbolos autonómicos como en otros tiempos lo hizo el PSOE (aunque con menos entusiasmo). Creíamos que en Andalucía estábamos libres del nacionalismo cazurro y folclórico y no deja de ser paradójico que un líder de la derecha sea el que nos ofrezca este empacho de arbonaidas.
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