Pilar / Cernuda /

Discreción

Crónica personal

18 de abril 2013 - 01:00

RAJOY tiene atragantada a Rosa Díez, a la que en la última sesión de control acusó de buscar protagonismo y notoriedad. Tiene razón el presidente, pero pocos son los políticos que no busquen protagonismo y notoriedad, va de soi, forma parte de su carnet de identidad. Son frecuentes las ocasiones en las que Díez cae en la demagogia pura y dura, pero en esta ocasión tenía parte de razón. Parte. Todo presidente debe trabajar con discreción, pero el talante y el talento se demuestra cuando la discreción se combina con la transparencia que merecen ciertas acciones de gobierno.

Rajoy hace bien en reunirse sin luz y taquígrafos con Urkullu y Mas, y ayer advirtió que lo hace además con otros dirigentes regionales. Pero si hace bien en mantener encuentros discretos, con los que generalmente se obtienen mejores resultados que con los públicos , también debería pensar en que tal como está el país se agradece que se faciliten algunos datos sobre sus conversaciones. Algunos. Porque nos encontramos con un grave problema de financiación autonómica, Artur Mas pone todos los días sobre la mesa nuevas, y distintos dirigentes confiesan abiertamente su temor a que se estén negociando privilegios con los dos presidente autonómicos más reivindicativos. Por tanto sería muy positivo que el Gobierno despejara las dudas.

Nada hay que perjudique más la credibilidad de un Gobierno que la rumorología, y el empeño de Rajoy de mantenerse lo más alejado posible de los medios de comunicación ha disparado las especulaciones sobre lo que habla y deja de hablar con Urkullu y Artur Mas. Y de paso se especula también sobre lo que habla y deja de hablar con el Rey, con Merkel, con Hollande, lo que trató con el Papa o cuál es el grado de compromiso con la Unión Europea y con el FMI, que además han dado un toque al Gobierno español en los últimos días, aunque tiene razón Rajoy cuando afirma que más se lo han dado a los países de nuestro entorno.

La discreción forma parte de la agenda de cualquier gobernante, pero es positiva sólo si se mantiene a raya, si no se abusa de ella. Es rechazable si con el argumento de que se debe ser discreto se escamotea información que debería estar al alcance de todos. El top secret está para lo que está, no para utilizarlo como eterno paraguas bajo el que se cuecen los asuntos más delicados. Que son precisamente los que necesitan la máxima claridad, los que obligan a las explicaciones más minuciosas.

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