La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El teleférico, el talismán perdido
La ventana
DEMASIADAS están siendo las afrentas a Sevilla por parte de esos toreros que, pretendiendo defenestrar a la empresa Pagés, se han negado a pisar el amarillo albero. Esgrimiendo una falta de respeto que no han explicado, la gota que colma este vaso tan lleno de despropósitos ha sido el desaire a los médicos de la plaza. Los médicos, en la plaza y también en todos los aspectos de la vida, son como guardianes que velan por la integridad física y en el oficio de torero bien sabido es cuántos riesgos se corren. Y el bueno de Ramón Vila, que lleva treintaicuatro años distinguiendo a los toreros que con el capote crean arte o evitan percances, se llevó antier el sofocón de su vida porque los premiados ni siquiera se dignaron a mandar a alguien a recogerlos. Es un canto a la ingratitud más incalificable y otra afrenta a una afición que mira perpleja tanta falta de respeto.
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