La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El teleférico, el talismán perdido
LA VENTANA
TIENEN que ocurrir accidentes mediáticos para que nos enteremos de que vivimos pendientes de un hilo y que si ese hilo se encuentra lejos de Sevilla capital sólo nos queda rezar. Leyendo ayer los pelos y las señales del rescate de Ortega Cano de entre la chatarra de su Mercedes, otros pelos, los nuestros, se ponen como escarpias de sólo pensar que eso pueda pasarnos a nosotros en cualquier carretera perdida. Un accidente en una de esas carreteras da paso a una serie de peripecias que convierten el caso en kafkiano. Porrazo al canto y se llama a los bomberos, pero no pasa lo del ritmo vertiginoso de bomberos bajando por una barra y ya con el casco puesto y la manguera preparada, no. Como era sábado, el parque estaba cerrado y los bomberos, de descanso. Se llama al bombero voluntario, éste va al parque a vestirse de bombero y, total, cuando llegan al accidente cualquiera sabe cómo está la cosa. ¿Primer mundo?
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