Visto y Oído

Antonio / Sempere

Más Informe

UNA de las polémicas televisivas más relevantes de la temporada la está suscitando Informe semanal, un clásico que cumplió 40 años el 31 de marzo, y que no está viviendo su mejor momento. El cambio de horario a la medianoche de los sábados ha sido contestado por profesionales y espectadores que, sin embargo, habían dejado de verlo. Desde hace cinco años, la audiencia del programa ha bajado ostensiblemente. El programa de la Defensora del Espectador puso sobre la mesa el programa y el director del área de Televisión, Alejandro Flórez, trató de justificar la decisión. Las noches de los sábados cuentan con una audiencia muy sostenida. A las diez de la noche suma 15 millones de espectador. A medianoche todavía permanecen al frente del televisor 13,5 millones. El problema es que a esas horas atraen más los formatos de entretenimiento que los informativos. Aunque el problema de fondo estriba en la filosofía del programa. La pregunta que cabe plantearse no es tanto el horario como si deben cambiarse sus contenidos. Aunque hay voces que tachan el formato de obsoleto y piden una renovación (pasar la ITV, dicen), a mí me da que Informe semanal todavía tiene vigencia tal y como se emite. ¿O no merecemos, en plena época del espectáculo informativo, trepidante y casi siempre superficial, unas piezas de doce minutos monotemáticas? Para lo demás, ya existen otros formatos. Para analizar, debatir, entrevistar, entretener, ya existen otros programas. El valor de Informe semanal es romántico. Mientras el lenguaje y los contenidos de los informativos han cambiado a paso de gigante, todavía es posible encontrar en el programa un sosiego, un momento para el análisis. El problema puede que sea nuestro, no del 'Informe'.

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