Mártires de Bolzano o Almería

La ideología del verdugo, sea comunista, anarquista o nazi, no resta ni suma méritos al martirio de la víctima

19 de marzo 2017 - 02:31

Un mártir es un mártir -es decir un testigo de Cristo que da la vida por creer en quien cree y actuar de acuerdo con su creencia- lo mate un comunista, un anarquista o un nazi. Ayer fue beatificado en Bolzano (Italia) Josef Mayr-Nusser un laico cristiano italiano, casado y con un hijo, que murió a los 34 años cuando era conducido en un tren de la muerte al campo de concentración de Dachau por negarse a prestar juramento a Hitler tras ser reclutado a la fuerza por los nazis tras la invasión de Italia en 1943. Su negativa, dijo, era a la vez religiosa y política: como cristiano no podía aceptar ni el totalitarismo fascista ni el nazi, y mucho menos el neopaganismo nacionalsocialista y sus doctrinas raciales. Y una semana después, el próximo sábado 25, serán beatificados en Aguadulce (Almería) 114 mártires asesinados por milicianos entre julio de 1936 y enero de 1939. Son 20 laicos -entre ellos dos mujeres, una de ellas gitana, la segunda del mundo beatificada- y 95 sacerdotes. Muchos de ellos fueron torturados antes de su muerte.

La primera beatificación no suscitará recelos por tratarse de una víctima de los nazis, como sucedió con la beatificación de los cuatro mártires de Lübeck (tres sacerdotes católicos y un pastor luterano decapitados) o con la canonización de Maximiliano Kolbe y Edith Stein, ambos asesinados en Auschwitz. Sin embargo las beatificaciones de los mártires españoles asesinados durante la Guerra Civil levanta resquemores.

¿La Iglesia fue beligerante, tomó partido por Franco, llamó cruzada a la guerra y reaccionó defensivamente, y por ello erradamente: con criterio mundano y político no religioso, a su hostigamiento y persecución durante la Segunda República y la guerra? Sí. ¿Los franquistas asesinaron y encarcelaron curas vascos? Sí. ¿Tras la guerra la Iglesia pactó una posición de privilegio con el franquismo? También. Pero esto, que es una vergüenza histórica para los cristianos que se esfuercen por la comprensión objetiva de los hechos, no resta un ápice a la barbarie asesina de los perseguidores ni a la santidad de los mártires. Afirmar lo contrario sería justificar las torturas y asesinatos concediendo que "había razones" para asesinar a los 4.184 sacerdotes, 2.365 frailes, 283 monjas y 3000 seglares que fueron masacrados entre 1936 y 1939. Nada justifica los crímenes de guerra, sean quienes sean los verdugos.

stats