La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El teleférico, el talismán perdido
La ventana
PERDÓN. Cuantas veces sea menester, perdón, mil perdones, por expresarme a favor de que la gente vaya a la Feria cuando le plazca. La reacción ha sido tremenda y como dicen que rectificar es de sabios, pues juguemos a sabio por un día, pero sólo por un día. Hay incluso quien me dice que cómo se va a ir a la Feria en febrero, conque entonemos el mea culpa y pongámonos de lado de mi apreciada Rosamar para que todo empiece con el alumbrado y se acabe con los fuegos, como debe ser. Pero ¿garantiza esto que la animación no decaiga según vayan cansándose los cuerpos? Menos aún si se siguen sacando de la manga un festivo a principios de la semana. En cuanto a la prohibición de que haya Feria ya en la semana anterior, se me ocurre que podría desempolvarse la Ley Seca para el tiempo de montaje o, mejor, que corten la luz cuando caigan las sombras. Ideas mil, como los perdones... o más.
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