José Aguilar

Pedófilos

La esquina

14 de febrero 2011 - 01:00

QUE la pedofilia, entendida como posesión o distribución de imágenes de contenido sexual explícito protagonizadas por menores o adultos con menores, es un fenómeno creciente en España es un lugar común. Se sabe desde hace años. Pero las cifras asustan.

Esta semana se presentó un informe oficial sobre la pedofilia en nuestro país. Durante los nueve primeros meses de 2010, y gracias al sistema informático de persecución de este tipo de delincuencia, se localizaron más de 16.000 pedófilos, parte de los cuales fueron detenidos en las cada vez más frecuentes redadas de las Fuerzas de Seguridad. También en este ránking tan desagradable nos hemos colocado en los lugares más privilegiados del mundo. En segundo lugar, concretamente, después de Estados Unidos y antes que México. Entre estos tres países sumaron el 80% de las descargas de archivos de contenido pedófilo en internet, en los nueve meses estudiados. Una barbaridad.

El caso es que los expertos y autoridades en la materia no son capaces de encontrar explicaciones satisfactorias a esta desmesurada adicción en nuestro país. Se habla de la intensa afición española a la práctica de la piratería en general -lo que produciría un extenso hábito de descargarse imágenes pedófilas en particular- y del desconocimiento todavía generalizado del internauta de estar cometiendo un delito. En efecto, muchos ciudadanos creen que si no comercian con los archivos, sino que sólo los consumen en su domicilio, no están delinquiendo. El Código Penal dice lo contrario. También se encuentran en estado aún incipiente diversos estudios que intentan trazar el perfil del pedófilo español, un dibujo que permitiría facilitar su represión.

Por otra parte, en España funciona mucho la idea peregrina, asociada tal vez a la frivolidad del nuevo rico internauta, de que la relación del usuario con su ordenador es un acto completamente privado que no deja huellas. De modo que el pecado, y el delito, permanecen en la clandestinidad. Afortunadamente no es así. Los modernos sistemas de rastreo permiten investigar la autoría de un archivo pornográfico-infantil a través de su código genético y de la búsqueda de palabras clave, como "niña violada", "sexo con menores" y otros. Con gran esfuerzo, paciencia y profesionalidad agentes especializados de la Guardia Civil, Policía Nacional y Policías Autonómicas indagan estas huellas que los pedófilos dejan en la red. En muchos casos llegan a ellos antes de que dejen de ser meros consumidores de imágenes ajenas y se conviertan en pederastas que abusan de menores y cuelgan sus fotos y vídeos para participar en la perversión al máximo nivel.

No estamos indefensos ante esta actividad criminal.

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